No se puede confundir con el subproducto de consumo habitual que, en formato de drama lacrimógeno, invade a menudo las pantallas porque, entre otras cosas, ofrece una narrativa peculiar y curiosa y sus personajes adquieren casi siempre vida propia. Es, por ello, una muestra del cine alemán a tener en cuenta que aborda cuestiones de aquí y de ahora y que lleva la firma de un Christian Zubert que ha forjado una filmografía de seis largometrajes de los que solo éste ha llegado a España.

Lo más interesante, con mucho, es que pretende definir a las dos protagonistas desde una perspectiva distinta, ofreciendo la visión que cada uno de ellos tiene de la otra. Al darse el caso de que son dos seres muy diferentes, ya que proceden de partes de Europa antagónicas, las que representan Alemania y Grecia, el resultado es todavía más revelador. Los temas que aborda la cinta son, entre otros, el contraste entre el norte y el sur de Europa, los roles de los hombres y las mujeres en la sociedad y la culpa y el perdón.

La primera parte se centra por completo en Elena, una joven griega que ha llegado a Frankfurt como tantos inmigrantes buscando un empleo digno. Para ello ha dejado en su país a su novio, con el que empiezan a aparecer nubarrones en su relación sentimental vinculados con la actitud de ambos ante la posibilidad de ser padres, una circunstancia que sale más a relucir todavía cuando ella acepta la oferta de trabajar de canguro para la hija de año y medio de Tessa y Jan, un matrimonio de muy sólido estatus. Llegados a este punto, el enfoque se modifica radicalmente y es entonces la germana la que reclama la atención de la cámara.

El punto de inflexión y el factor dramático que convulsiona el relato es la desaparición del pequeño por un descuido de Elena. Más discutible es el afán del director por subrayar elementos del thriller que no parecen encajar como se pretendía.