Viene de representar «Yo soy don Quijote de la Mancha». Dice su autor, José Ramón Fernández que para abonar optimismo en estos tiempos...

Siempre ha hecho falta un Quijote, con esta versión queríamos recuperar sobre todo el referente moral, al personaje que no estaba loco, sino que no se paraba a pensar en las dificultades que suponía luchar por la justicia y por ayudar a los demás.

A pesar de las dificultades...

Hizo lo que pudo, al final tuvo que renunciar, recogiéndose en su casa y llamándose Alonso Quijano... pero no quiero destrozar el final de esta representación, donde somos tres personajes reales que hacemos una lectura del Quijote y tomamos el testigo de este personaje para demostrar que sigue vivo, que sigue siendo necesario y que está en la gente que es capaz de luchar.

¿Cuáles son ahora los molinos del Quijote?

Ahora son más complejos, porque el poder es un poder omnipotente. Cervantes hablaba de salir al paso de ciertos malandrines y, desde entonces, habremos mejorado en muchas cosas, pero sigue siendo la crueldad, el desprecio a la vida de los demás lo que mueve a ciertas instancias a las que se supone dignas de respeto.

Interpreta a Don Quijote, pero dice que se identifica más con Sancho Panza...

Está en mis genes. Vengo de la España campesina, la España del campo donde no se podían confundir gigantes con molinos. Ahora creo que los dos personajes se complementan. A una edad aspiro al idealismo del Quijote, pero siempre desde la borrica.

Fernández también dice que espera que don Quijote obtenga respuesta a la pregunta «quién soy yo». ¿Quién es José Sacristán?

Creo que una persona que ha conservado el respeto que se debe. Tengo la suerte de que mi trabajo y mi vida han ido de la mano y se han acomodado bien. Ahora puedo hacer balance y saber que no me he perdido el respeto y no se lo he perdido a los demás.

¿Qué queda del joven mecánico?

Desapareció, no ha habido un mecánico más inútil que yo; queda el hijo de los campesinos y no me encuentro bien fuera de ese territorio. Todavía vuelvo a Chinchón y me reconozco en cada rincón.

Este ha sido un año duro con la muerte de Juan Luis Galiardo y Sancho Gracia... ¿Se reflexiona mucho con pérdidas así?

Juan Luis y Sancho eran muy parecidos. Llevo el tiempo suficiente aquí para ser consciente de que cada vez disparan más cerca, como decía un compañero. Solo hay que ir esquivando las balas.

¿Ha encontrado su lugar en el mundo, como el título de la película que protagonizó?

Eso es una búsqueda permanente. Si dices «ya he llegado», corres el riesgo de que la vida te parezca demasiado aburrida. No quiero perder mi capacidad de asombro, a la vez que reclamo mi derecho a equivocarme.