Ya está todo listo para que se celebre la gala de entrega de los Globos de Oro 2016. Una de las cintas que competirá en la categoría de mejor película dramática, ´Mad Max: Fury Road´, ya ha sido elegida por la National Board of Review (NBR), prestigiosa asociación creada en 1908 y formada por cineastas, académicos y profesionales de la industria cinematográfica, como la mejor película de 2015, y espera coronarse el próximo 10 de enero en la conocida como antesala de los Premios Oscars.

A continuación, hacemos una crítica de la película protagonizada por Charlize Theron y Tom Hardy, que parte como favorita entre los nominados a los Globos de Oro 2016.

Orson Welles definió el cine como «el tren eléctrico más caro del mundo», y seguramente, George Miller disfrutaba de niño haciendo chocar vagones y pensando los resultados que podría obtener con su travesura si, además, tuviera un Quimicefa. Mad Max: Furia en la carretera es la respuesta. Dos horas de sangre, sudor, polvo, pirotecnia, sonido atronador y acción sin tregua, que derivan en un sofocante ejercicio de hipertrofia audiovisual. Treinta años después, el cineasta que creó a Mad Max retoma el personaje recurriendo a una concepción del cine que, pese a la imaginería digital, mira más hacia el pasado que al futuro.

Frente al elaborado proceso de construcción del mito que proponía la trilogía interpretada por Mel Gibson, la cuarta película de la franquicia apuesta por un regreso a los orígenes, otorgando todo el poder a la imagen y relegando a un segundo plano los diálogos. Una apelación a los rudimentos del séptimo arte que se prolonga en la evidente condición de reescritura de La diligencia (John Ford, 1939) que subyace en Furia en la carretera, un western (ya lo fueron las tres entregas anteriores) en su concepción del espacio, los personajes y su recorrido emocional.

Miller sigue teniendo muy presente a Jean-Philippe Druillet y la estética Métal Hurlant, y además se permite curiosos homenajes a compañeros de generación australianos, como Peter Weir (recuperando los vehículos de The cars that ate Paris) o Russell Mulcahy (la cita al clip Wild boys, de Duran Duran).

Un festín de referencias para connoisseurs que ha hecho las delicias del sector crítico. «Exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso gimnástico, el salto peligroso, el puñetazo y la bofetada», reivindicar «la belleza de la velocidad», «cantar al hombre que domina el volante » y «glorificar la guerra (única higiene del mundo)», fueron algunos de los puntos que Marinetti expuso en el Primer Manifiesto Futurista. Lo escribió en 1909. Más de un siglo después, Miller lo ha convertido en realidad.