Cuentan sus biógrafos que Georges Méliès (1861-1938) se negó a continuar con el negocio del calzado, en el que entró por mandato familiar, tras la jubilación de su padre. Compró un teatro, donde subió a las tablas sus espectáculos de ilusionismo y fungió incluso como reportero y dibujante satírico. En 1895, una proyección de los hermanos Lumière le consternó para siempre. Su vívida imaginación no dejó desde entonces de trabajar en una dirección: hacer sus propias películas. Algunos de esos trabajos, como "Viaje a la Luna" (1902), se consideran hoy obras seminales de la historia del séptimo arte. Y a este mago del cine dedica la Obra Social "la Caixa" su exposición estival en los Jardines del Náutico, que se inaugura hoy.

Con "Empieza el espectáculo. Georges Méliés y el cine de 1900", una muestra comisariada por Sergi Martín y con la colaboración del Ayuntamiento de Gijón y la Cinemathèque Française, se traslada al espectador a aquellos años de principios del siglo XX en los que el cine surgió como una aventura que conjugaba, sin todas las teorizaciones que llegaron después, entretenimiento popular, hallazgos técnicos y una inicipiente voluntad artística.

La pericia de Méliès en el montaje de espectáculos presididos por los principios narrativos y escénicos del ilusiones hicieron del maestro un pionero del cine. Algunos estudiosos sostienen que hizo unas quinientas películas. Los negativos de las cintas, que contenían plata, fueron fundidos por alguien al que el cineasta debía dinero, La exposición, que incluye reproducciones de aparatos, maquetas, objetos de época y copias fotográficas, incluye la proyección del filmes de Méliès.