Hay geografías que merecen un conocimiento casi táctil y visual para poder valorar lo que nos pueden llegar ofrecernos. Las tierras nortes de la comunidad murciana, el altiplano, tienen grabado en su piel, como si de un tatuaje que año a año expresa su florecimiento, la palabra Monastrell sobre todas las cosas. Y aunque nadie lo pudiese creer estas cepas que son de una singularidad retorcida, hermosa y ancestral, pasan de la nieve a la luz solar fresca y al calor asfixiante, conforme las estaciones se suceden en los calendarios que la naturaleza lleva impresa en la piel de las cepas y nosotros, humanos de añadas y de anotar las fechas en los aparatos electrónicos, en nuestras agendas salvavidas.

Los vinos dulces elaborados a partir de la uva Monastrell constituyen uno de los últimos logros que los bodegueros de la zona, ya sea en Jumilla o en Yecla, han conseguido poner en marcha.

Bodegas Castaño es la gran bodega de una zona vinícola con D.O que envía más del 97% de su producción al extranjero. Con lo que las posibilidades que tenemos muchas veces de poder disfrutar de los magníficos vinos yaclanos se vuelve tan exótica como la de conocer vinos procedentes de lejanas partes del orbe.

CASTAÑO DULCE 2009 es un vino tinto de crianza que se ha desarrollado durante seis meses en barrica de roble americana. De poderoso color picota que envuelve la copa con una capa alta, asentando su peso visual con orgullo. Las uvas han sido recogidas en un avanzado estado de madurez, procedentes de una zona de plantación de viña, con una edad media de más de 35 años, de 750 metros de altura, con suelos pedregosos que han repartido bien los calores de los meses solares, y con arenosidad que ha permitido drenar bien las lluvias recibidas.

Viñas de una salud espléndidas, que nos ofrecen un vino con una nariz muy limpia, donde hacen presencia las señas de pasificación y unas entrañables coloraciones sápidas de oliva negra. No hay un peso edulcorado que nos haga exagerado y caliente el vino en su degustación. Hay frescura, que gracias a las aportaciones de la acidez que retiene el vino nos hacen muy agradable su degustación. Muy placentera y compleja. Pudiendo ser utilizado tanto en acompañamientos con frutas ácidas para marcar contrastes, como con quesos muy cremosos o de la gama de los azules.

A veces olvidamos el valor de los vinos dulces en nuestras degustaciones y a la hora de plantear nuestras comidas o reuniones muchas veces nos cuesta sumar a nuestras listas de compras estos valores seguros que marcan un punto y aparte en la enología.

Tal vez el lugar que les damos no sea el único que puedan ocupar en los distintos servicios que podemos hacer con ellos. Porque además de conjugarlos con el mundo dulce o con el mundo de los quesos, podríamos pensar su aplicación cuando en temporadas más frías quisiéramos incorporarlos a juegos donde ciertos guisos cárnicos, de mayor consistencia, pueden ampliar su uso.

CASTAÑO DULCE 2009 es el ejemplo de un vino dulce fresco, que se aleja de concepciones de vinos pesados, empalagosos y atronadores. Aquí la expresión del terruño viene avalada por una bodega con conocimientos tremendos sobre todo el mundo de la viticultura y sobre las amplias posibilidades y versatilidad que la Monastrell puede ofrecer a quien se acerca hasta ella. Una apuesta que nos abre los ojos hacia unas tierras productoras de vino que pocas veces podemos tener la fortuna de encontrar, pero que debemos de hacer esfuerzos por conseguir que su presencia sea más natural y notable en los espacios profesionales de venta de vino.