A. RUBIERA

De los más de 50.000 bocados servidos en los 105 bares y restaurantes que participaron en la quinta edición de «Gijón de Pinchos», cerca de 500 salieron estos días de la cocina de El Medio Lleno. El bar con el que hace menos de un año los hermanos David y Víctor Fernández Menéndez, propietarios también del restaurante La Tabla, en Fano, volvieron a asentarse en Viesques no ha podido tener mejor bautismo. Su pincho, el «Medio magüesto», se alzó con la Escalerona de oro ante el «Revuelto de huevas de oricio con agua traslúcida de tomate», que servía la cafetería As de Picas -Escalerona de plata- y la original propuesta «Sin receta» del Hotel Silken Ciudad de Gijón -bronce-.

En todo caso, el exitoso certamen que tiene enganchados a muchos clientes gijoneses y que ha vuelto a superar sus marcas acabó por ser un mano a mano entre dos cocineros discípulos del restaurador José Antonio Campoviejo (El Corral del Indiano) -que fue jurado en la selección final-, ya que tanto Pablo Cimadevilla, jefe de cocina en El Medio Lleno, como Pedro Noriega, del As de Picas, coinciden en su formación.

El gato al agua, al final, se lo llevó una propuesta de temporada que se basaba en «una tosta de pan que incluye harina de castañas con sidra dulce de Menéndez; con una carrillera con queso manchego y setas salteadas con germinado de cebolla», que se acompañó con un vaso de ensalada líquida -agua de tomate y lechuga-, como desgranó David Fernández. «Nos ha hecho mucha ilusión, y eso que no nos presentamos con la disposición de ir a a por el premio. Lo que queríamos era participar con algún pincho que resultara atractivo para la gente. Y así fue, porque se animó mucho el consumo por semana y el fin de semana», explicó el co-propietario de El Medio Lleno.

Su pincho, igual que el del resto de participantes, era además un ejercicio de compensación. «Lo principal es buscar sabor, para que enganche, pero también tienes que controlar gastos para que sea rentable el esfuerzo, al tiempo que sea relativamente rápido de montar y preparar, sin que te complique o te atasque la cocina», cuenta. El hecho de que la carrillera sea un plato que ofrecen en La Tabla desde su apertura, y que la panadería también sea casera en el restaurante de Fano, ayudó mucho a encarrilar el pincho.

El duelo de cocineros con los mini-bocados tuvo, además, otras distinciones especiales. La Marmita logró con su «lomo de bacalao confitado con torto de maíz» el premio a la mejor armonización con el vino que patrocinaba la cita; el pincho más asturiano fue para la «fajita de picadillo con queso» del Café Korynto; la mención al mejor fondo o salsa la consiguió «Hogar dulce hogar», de Del Blanco al Tinto, y el premio del público fue para «El encanto de Boal», de la sidrería Boal.

David Fernández es de los que considera que «se ha conseguido mover las cocinas y la hostelería en un mes que no es especialmente bueno. Algún amigo contaba que en su local se llegaron a servir 800 pinchos». Y eso, ahora, es un gusto.