Pelar ajos con las manos es un engorro. Además de que siempre nos dejan un olor peculiar en los dedos, perdemos mucho tiempo quitando la piel a este alimento.

Un sencillo truco para evitar que las manos nos huelan todo el día y para ahorrar tiempo, es usar un simple bote de cristal, que sea bastante ancho ya que tenemos que meter el ajo entero dentro. Cerramos bien la tapa y lo agitamos muy fuerte un minuto.

Tras ese tiempo veremos que los dientes de ajo se han soltado. Abrimos la tapa y retiramos la piel del ajo para meter los dientes otra vez en el bote para repetir el mismo proceso. Ahora solo tenemos que volver a cerrar el bote y agitar otro minuto con fuerza para que las cascaras que recubren los dientes de ajo se desprendan. Vertemos los dientes encima de la mesa y vamos separando con los dedos las pocas pieles que siguen pegadas a los ajos. Ya los tenemos listos para cocinar.