Derecho a envejecer, esa es una proclama que solamente los grandes vinos, blancos, tintos, dulces o espumosos, llevan inscritos en su adn. El transitar los años pero ganando cualidades. No se trata de una carrera sinfín, de una carrear que posibilite la conservación pero no la vida en la botella. No, se trata de envejecer creciendo, ser muy distinto a quien se nació. No se trata de una palabra, envejecer, donde todos sus sinónimos implican empeoramiento: decaer, declinar, degenerar, perder, menguar, empeorar, gastar, arrugarse. Se trata de un acto tan positivo que solamente pueden cumplirlo con toda su elegancia y riesgo aquellos que fueron preparados para tan alta misión.

Envejecer, superar la época de la creación para convertirse en un ser que incluye en sus colores, fragancias y sensaciones a esa acción posiblemente destructora que llamamos paso del tiempo, pero que en algunos casos, cuando los trabajos se han hecho convenientemente, surféa sobre los calendarios y muestra un esplendor que ante nunca tuvo. Sólo quien logra atravesar el tiempo es eterno.

BORNOS vendimia seleccionada 2010 procede de una estirpe revolucionaria. Junto con otras maneras diversas de entender la enología española, en un momento de la historia reciente de su desarrollo, llámese Chivite 125 aniversario, o Guitián Godello fermentado en barrica, muestran una trilogía a la que hay que mirar para esclarecer aún más el camino que se puede tomar en los talantes de soñar nuevos productos vinícolas.

Pero para conseguir lo inmenso hay que poner las máximas condiciones en todo lo que nos llevará hacia el final. Hay que buscar unas viñas antiguas que tengan prendidas la sabiduría de la especie, y hay que seleccionar con obstinación y trabajo el grano, la uva. Hay que tratar de hacer que los periodos de crecimiento de los granos puedan aportar todo lo que la tierra es capaz de dar, y la cepa de recoger. Luego, cuando ya en la bodega sacamos el zumo de la uva lo haremos con prensados atentos, a bajísima presión, donde no despalillaremos la uva para que no encontrar ni rotura y podamos incorporar más sabores, para adquirir una complejidad en el resultado que nos detenga a la hora de beber, a la hora de observarlo, a la hora de compartir nuestra cotidianidad con su momentos único.

Vino hondo ante el que contemplar ese precipicio que muchas veces buscamos para caer. El abismo ante el que nos sentimos desnudos, pero cómodos. Delante BORNOS vendimia seleccionada sentimos que la mano del hombre ha sabido engalanar la obra de la naturaleza podría otorgar. Porque se ha traveseado a perdurar creciendo.

Y ese gran paso, ese salto de ingravidez en el tiempo, que unos alargan más que otros, que unos consiguen vislumbrar con todas sus consecuencias, que unos son capaces de predecir, regalan al vino la característica de ser transcendente.

Se mueve el líquido en la copa, corpulento. En esa agitación rotatoria riega la cercanía feliz de perfumes que hasta ahora no habíamos encontrado en muchos de los productos vivos que la zona ha dado.