Opinión

Con Fernando Fernández-Casariego, todos a una

A propósito de la celebración del aniversario del prócer tapiego

Pocos detalles honran más a un pueblo, que el reconocimiento a sus mejores hijos. Y nadie de mayor altura a día de hoy en Tapia que Fernando Fernández Casariego y Rodríguez Trelles. Sus obras, por conocidas, no precisan ser recordadas, y los recientes actos celebrados alrededor del 150 aniversario de su muerte, no pudieron ser más sobresalientes. Los protagonistas, tampoco.

Sin embargo la memoria histórica en este caso, debería servir para no dormirnos en los laureles. Tapia continúa desde hace demasiados años, es verdad que como casi toda Asturias, con un ritmo demográfico exageradamente decreciente. La industria conservera, simbólica y en manos chinas, la pesca, en extinción, y los agroganaderos, bastante tienen con defenderse del lobo, que a éste, ya lo defiende Hugo Morán.

Tapia ha perdido demasiados trenes, y ni siquiera la presencia de sendos tapiegos al frente de dos ministerios del Gobierno de España, de una consejería del Principado, y con un escaño en Las Cortes (Suárez Pertierra, Graciano Torre y Gervasio Acevedo), ni siquiera, insisto, han contribuido lo más mínimo a que el pueblo de sus amores, supuestamente de sus amores, haya avanzado un milímetro.

De Tapia salen demasiados tapiegos que no vuelven y que al contrario que Casariego, se olvidan de su cuna. Tapia crece en los servicios turísticos, que, sin embargo, se estacionan en apenas un par de meses al año, el resto, es pura supervivencia. Tapia de Casariego pinta muy poco en el contexto regional. Sigue siendo una plaza esqueicida o recordada sólo por pequeños detalles folclóricos, surfistas, y gracias. La fala, una de sus señas de identidad, sin Manolo Galano, apenas se mantiene en la partitura de "Bacotexo", o en muy pocas y pequeñas aulas escolares. Mientas, la llingua, la supuesta lengua de todos los asturianos, avanza sin escrúpulos con Barbón a la cabeza, y con el Consistorio tapiego que debería plantarle cara, poniéndole la otra mejilla.

Tapia, tan hábil para subirse a las crines de las olas, fue incapaz de ponerse de pie cuando le fueron robadas las sedes del INEM, o del Servicio de Bomberos. Luarca y Castropol fueron más rápidos, y ni siquiera el reciente cuatrienio socialista ha servido para avanzar lo más mínimo.

Toca recordar a Fernando Casariego, una y mil veces, claro. Pero mejor hacerlo para aprender de su magisterio, para avanzar, para levantarnos después de caer en los errores de siempre, y para dejar de ser una eterna promesa.

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