Opinión | Sol y sombra

25 de abril

Pasaron 50 años desde la madrugada en que el capitán Fernando José Salgueiro Maia comandó la columna de blindados desde Santarém, a 100 kilómetros del norte de Lisboa, que cercó los ministerios del Terreiro do Paço para forzar la rendición de Marcelo Caetano y con él la de un régimen sustentado por el clientelismo tras cuatro décadas autoritarias en Portugal. Los portugueses que despertaron el 25 de abril de 1974 hallaron un escenario inesperado. Al contrario del típico golpe de Estado, la Revolución de los Claveles se caracterizó sobre todo por la ausencia de circunstancias trágicas; una canción de José Afonso emitida por la radio sirvió de señal para poner fin a la dictadura más larga de Europa.

No hubo prácticamente derramamiento de sangre; la columna de Salgueiro Maia entró en Lisboa bajo una luz matinal brumosa, acabó con la mínima resistencia que les surgió al paso y se movió con rapidez controlando los puntos esenciales de la ciudad. El acceso al Puente Salazar fue bloqueado en ambas márgenes del Tajo; ocupadas las instalaciones de RTP y las emisoras de radio, y el aeropuerto cerrado. La única oposición visible se originó en la sede de la PIDE, la policía secreta, donde hubo un intercambio de disparos. Hasta entonces raramente en la historia de la política moderna parecía haber resultado tan fácil derrumbar un régimen que controló un país durante cuarenta y un años. Portugal emitió un mensaje de esperanza al mundo; los revolucionarios con los claveles rojos en las bocas de los fusiles se beneficiaron de una organización y planificación competentes pero también de ciertas dosis de buena suerte propiciadas por la sorpresa. Pronto, una junta militar tomó medidas para abandonar las impopulares guerras coloniales en África, parte de la culpa del resentimiento profesional dentro del ejército, y para allanar el camino a la democracia. Lo que vino después se encargaría de arrojar luces y también sombras sobre el proceso, pero el 25 de abril de 1974 fue un día especialmente luminoso.

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