La Catedral culminará en mayo la restauración de dos de sus retablos más emblemáticos

l Los trabajos incluyen la limpieza, la recuperación del color y la consolidación de la estructura y de la ornamentación escultórica

Una escena tallada en el retablo de Santa María; a la izquierda, asomando entre el andamiaje, Belén García.

Una escena tallada en el retablo de Santa María; a la izquierda, asomando entre el andamiaje, Belén García. / Miki López

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

A pesar de ser uno de los monumentos asturianos más frecuentados por los historiadores, la Catedral de Oviedo sigue guardándose muchos secretos. Los restauradores que tienen ocasión de trabajar en ella no dejan de sorprenderse, por más documentación y bibliografía que hayan consultado –y es mucha la acumulada a lo largo de los siglos–. Estos días, sin ir más lejos, Jimena Gutiérrez de la Concha y Rocío Muñiz no dan crédito del nivel de detalle que están encontrando en el retablo de la capilla de Santa Bárbara, a la entrada de la basílica, con decoraciones y dorados en lugares que difícilmente pueden ser contemplados. El deán Benito Gallego, más familiarizado con los misterios del edificio y de la fe, les da su explicación: "Pintaban para Dios".

Las dos jóvenes restauradoras se estrenan en la Catedral con la restauración del retablo de Santa Bárbara. El proyecto, dirigido por Natalia Díaz-Ordóñez, avanza simultáneamente a otra rehabilitación en otra de las capillas más significativas de San Salvador, la de Santa María del Rey Casto, donde Pablo Klett está al frente de una intervención para la que cuenta con otras dos profesionales, Cristina Hidalgo y Belén García Montoya.

Pablo Klett desciende por el andamio que cubre el retablo de Santa María del Rey Casto.

Pablo Klett desciende por el andamio que cubre el retablo de Santa María del Rey Casto. / Miki López

Pablo Klett explica que la capilla del Casto está erigida sobre la basílica-panteón de Santa María, que Alfonso II, el Casto, mandó construir a principios del siglo IX. Junto a la Cámara Santa, el templo del Salvador y el de San Tirso conformaban un complejo prerrománico que fue emblema de la monarquía asturiana. Ese espacio, tan cargado de simbolismo, tanto religioso como político, está presidido por un retablo barroco de grandes dimensiones, de más de 10,5 metros de alto. Ahora está cubierto, de arriba a abajo, por un andamio, oculto a su vez tras una lona, y tras ella trabajan los restauradores.

Klett indica que el plazo de ejecución previsto es de cuatro meses, de los que ya han consumido los dos primeros. En ese tiempo se han ocupado de la consolidación, la fijación de policromías y la limpieza superficial. Están a punto de finalizar la limpieza química, que devolverá sus colores originales a las escenas representadas en el retablo. "Durante este proceso hemos conseguido recuperar el fondo de los relieves en los que se representan paisajes, arquitecturas fingidas o personajes y escenas secundarias que forman parte de la narración, que pasaban desapercibidas bajo las densas capas de barniz y suciedad acumulada a lo largo del tiempo", informa.

La rehabilitación del retablo de Santa María del Rey Casto finalizará a principios de mayo, si no hay imprevistos. La capilla quedará despejada y volverán a celebrarse bodas en ella, una ceremonia para la que siempre está muy solicitada, especialmente a partir de la primavera. Las que estaban agendadas para estos meses han sido trasladadas al altar mayor y las misas diarias han sido compatibles con los trabajos.

Cristina Hidalgo, trabajando en la escultura de un ángel.

Cristina Hidalgo, trabajando en la escultura de un ángel. / Miki López

Mientras Klett y su equipo sacan adelante la tarea en la capilla del Casto, en la de Santa Bárbara, que se abre en el arranque de la nave lateral derecha, andan subidas al andamio Jimena Gutiérrez de la Concha y Rocío Muñiz. Natalia Díaz-Ordóñez, la responsable de la intervención, no está muy lejos: se ocupa en la restauración de un valioso cuadro del XVII, del barroco italiano, en la sacristía de la Catedral, junto a su compañera Guadalupe Orlando.

Ambas intervenciones, la de la capilla del Casto y la de Santa Bárbara, corren a cuenta del Cabildo, que las sufraga con lo obtenido por la venta de entradas a la Catedral.

La capilla de Santa Bárbara, a la que en el siglo XVII el Cabildo planeaba trasladar las reliquias de la Cámara Santa, es obra del arquitecto Ignacio de Cajigal y se construyó entre 1660 y 1663. De su retablo, el primero barroco y de orden gigante de Asturias, se encargó Luis Fernández de la Vega, que lo terminó en 1663.

Natalia Díaz-Ordóñez cuenta que para afrontar su restauración se llevó a cabo un estudio histórico artístico y una revisión estructural. Así constató que presenta "una buena conservación", y se han planificado los trabajos empezando por la limpieza de la mazonería –la estructura del retablo, con sus hornacinas, sus frisos, columnas y otros elementos decorativos– y continuando por la retirada de los añadidos de purpurina y el tratamiento de los oros.

Jimena Gutiérrez de la Concha, a la izquierda, y Rocío Muñiz, en la sacristía de Santa Bárbara. En primer término, la imagen de la santa.

Jimena Gutiérrez de la Concha, a la izquierda, y Rocío Muñiz, en la sacristía de Santa Bárbara. En primer término, la imagen de la santa. / Miki López

En la sacristía permanecen depositadas las imágenes retiradas del retablo, incluida la de Santa Bárbara, a la que se le restituirán sus atributos, deteriorados pero preservados cuidadosamente. La santa volverá a sostener su espada y será objeto e una limpieza, como las otras imágenes que la acompañan –una Imaculada, los bustos de San Pedro, de San Andrés...–. Se reintegrará el color en las decoraciones que lo requieran, se asentará la estructura, se aplicará un barniz protector, y las piezas escultóricas volverán a su emplazamiento en el retablo. También se valorará qué medidas adoptar para procurar una conservación óptima. La intervención tiene un plazo de ejecución de tres meses, y su finalización está prevista en mayo.

A los pies de la imagen de Santa Bárbara, las restauradoras se han encontrado con una de esas sorpresas que sigue dando la Catedral: una peana de madera decorada con pinturas, a modo de viñetas, que relatan la tradición cristiana en torno a la santa, martirizada a causa de su fe por su propio padre y vengada por un rayo. Es imposible distinguir las imágenes, ejecutadas con todo detalle en lo alto del retablo, solo alzando la vista desde el suelo, así que el deán debe tener razón: cuando las hicieron sus autores "pintaban para Dios".

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