Opinión

Siero, en el centro del centro

Ver el Cantábrico desde la Collá y los Picos de Europa desde Hevia sólo es posible con buen tiempo, pero también con luces largas y horizontes amplios

Agradezco la oportunidad que un diario del prestigio de LA NUEVA ESPAÑA me ofrece para escribir sobre mi municipio, y lo haré con prudencia, pues si Victor Hugo decía que quien tomaba la palabra en París se dirigía a todo el mundo, hablar de Siero y desde Siero, que es el centro del centro, es dirigirse a un público mucho mas amplio que el del término municipal.

Sí, Siero fue el primer concejo minero de Asturias, es el primero en industrias agrarias, lidera el crecimiento de las zonas industriales y la implantación de grandes superficies comerciales y ha acompañado todo ello doblando su población en un siglo. Y además, y como muestra de la extensión y complejidad de estas tierras que en 1270 Alfonso X permitió poblar, se puede contemplar desde Hevia -si el tiempo lo permite- los Picos de Europa, y desde La Collá, el mar Cantábrico.

La explicación teórica de esta atracción y concentración de actividades es deudora de la teoría de la ubicación de Von Thünen, de la teoría de la ubicación industrial de Alfred Weber y de la teoría del lugar de Christaller. La primera hacia hincapié en los costes que introducía en los mercados la distancia, la segunda llamaba la atención sobre los recursos localizados, que no existían en todos los lugares y acababa con la percepción homogénea del espacio. Por último, Christaller puso el acento en el alcance físico de los servicios y las mercancías en un espacio que generaba varios niveles de jerarquización. A partir de este modelo fue August Lösh quien desarrolló la idea de aglomeración.  

La localización es siempre una oportunidad, aunque los mismos ingredientes que favorecen el crecimiento y el desarrollo pueden también profundizar los desajustes y desequilibrios

Este breve apunte teórico solo pretende mostrarnos que el conjunto de teorías de los lugares centrales y las aglomeraciones, con sus variantes y singularidades, se han cumplido, y a veces de forma implacable. La localización es siempre una oportunidad, aunque los mismos ingredientes que favorecen el crecimiento y el desarrollo pueden también profundizar los desajustes y desequilibrios.

Los poderes públicos tienen una difícil misión; deben mantener y mejorar ese escenario de crecimiento, pero a la vez, llevar a cabo eso que se denomina gestión inteligente del territorio, deben ordenar y proyectar ese crecimiento, para que no desborde su propia capacidad de prestar servicios y ofrecer calidad de vida, un salto que va más allá del crecimiento económico, aunque sin éste no sería posible generar un nivel de bienestar elevado para una sociedad.

En el año 2011 exponía ante el Consejo de Europa, en defensa de nuestra candidatura a Municipio Europeo de Innovación y Buena Gobernanza, como nuestro Concejo había experimentado un despegue económico espectacular mientras el marco regional se hallaba inmerso en múltiples reconversiones. Y también llamábamos la atención sobre la necesidad de adelantarse a los desajustes que un crecimiento de estas características puede provocar en nuestro medio: por ejemplo la existencia de cuatro vías de alta capacidad viaria que vertebran los flujos de localización de Siero, unen, pero también provocan efectos medioambientales a corregir; o la diferencia de velocidad y localización del crecimiento, que tiene incidencia en el modelo territorial del municipio.  

La existencia de cuatro vías de alta capacidad viaria que vertebran los flujos de localización de Siero, unen, pero también provocan efectos medioambientales a corregir

Había otro aspecto sobre el que queríamos incidir, pues formaba parte del subconsciente colectivo, (esos cambios que Braudel decía eran de tiempo largo). Y era la sensación de crecimiento descontrolado, de ir por detrás de los flujos económicos y de asistir a una permanente necesidad de ampliación de todo tipo de recursos públicos, que siempre parecían se quedaban pequeños a las necesidades del futuro más inmediato. Y exponíamos esta realidad porque todas las corporaciones sin excepción hubieron de hacer frente a estas demandas, fueron conscientes de estas necesidades y trabajaron con las limitaciones de los tiempos administrativos, con la realidad de los ritmos económicos y con la presión de las necesidades ciudadanas. Primero se veían levantar las viviendas y luego venían los equipamientos más básicos, y no al revés.

Crecer es un objetivo irrenunciable; conocer los mecanismos de las economías de localización y aglomeración, una obligación; apostar por la calidad de vida en un municipio con una clara orientación residencial, una muestra de la preocupación por los vecinos y su bienestar. Son ideas sencillas de defender pero difíciles de llevar a cabo cuando lo perentorio es disminuir las cifras de desempleo, seguir siendo un municipio de oportunidades, y estar insertos en una dual dinámica regional condicionada por áreas de importante caída de actividad y población frente a otras áreas de desarrollo y crecimiento constante.

Generar identidad de concejo es más difícil que crecer, pero más necesario para afrontar los retos colectivos. Así, la cultura proyecta la imagen del territorio, desarrolla la autoestima y su imagen positiva

Al igual que la UE es mucho más que ese pasaporte marrón (que simboliza una parte de los derechos como ciudadanos), Siero es mucho más que el centro. Mucho más que su crecimiento. También algo más de lo que nos creemos y mucho menos de lo que se creen que somos en nuestro entorno. Por ello hay una inversión que siempre es rentable, la que genera cohesión y la que no trata de contentar a unas localidades sobre otras, la que piensa en grande, la que piensa en Siero. Generar identidad de concejo es más difícil que crecer, pero más necesario para afrontar los retos colectivos. Así, la cultura proyecta la imagen del territorio, desarrolla la autoestima y su imagen positiva. No olvidemos que la competitividad de un territorio depende cada vez más de la gestión de su dimensión simbólica. Algunos de esos nuestros elementos más simbólicos trascienden por su propio significado más que por haber interiorizado su relevancia por nosotros mismos.

La localización genera oportunidades; pero los mismos mecanismos que posibilitan la aglomeración de actividades y servicios, los jerarquizan con valores distintos a los de una moderna concepción de la gestión pública. Por ello las dificultades y los retos son grandes. Ordenar el crecimiento no es más sencillo que afrontar el repliegue, aunque es preferible, porque sus efectos tienen más repercusión y dejan más huella. Es el precio del centro del centro, y es también la exigencia de una mayor planificación. Planificar para ordenar el crecimiento y no crecer para ordenar. Ser capaces de ver el Cantábrico desde la Collá y los Picos de Europa desde Hevia sólo es posible con buen tiempo, pero también con luces largas y horizontes amplios.