El enemigo no viene en patera, viene en limusina. Es una de esas frases que alguien retrató en una pared, la subió a la Red, y empezó a girar por nuestros teléfonos. La vi la noche del domingo en Twitter durante la emisión en La Sexta del 'Salvados' especial que la cadena emitió para vergüenza de una Europa catatónica y que llamó así, Astral , el barco de un rico, Livio LoMónaco, el de los colchones, al que se le atragantó el café del desayuno cuando recibió una foto de una patera gigante llena de criaturas a la deriva en el mismo mar en el que él disfrutaba de la vida. Su cabeza cambió y donó su lujoso yate a Proactiva Open Arms, la ONG que se dedica a rescatar a refugiados e inmigrantes que salen de las costas de Libia. En manos de las mafias, en barcas de juguete, los echan al mar con apenas gasolina para unos cuantos kilómetros. Luego, la muerte, o la suerte. Y ahí es donde debería entrar en acción la Europa de unos políticos y unas políticas que abochornan y duelen.

150.000 refugiados fueron salvados de morir en el mediterráneo no por la UE sino por distintas organizaciones al margen de los gobiernos, como la del reportaje de Jordi Évole y su equipo. Esas imágenes duelen, erizan el pelo, y levantan en el ciudadano decente la rabia del que sabe que detrás de esa llegada de hombres sin nada, de mujeres sin nada, y de niños con miradas que te desalman, hay países en guerra y enfermedades sin futuro, y hambre, y carencias, y que detrás de esas tragedias, en los despachos de la Europa que los rechaza, se trazan acueductos para la salud del negocio de la guerra, de la especulación de los alimentos, de la rapiña de su riqueza. El enemigo no viene en patera. El enemigo se mueve en limusina en nuestras calles. Hijos de puta.