Le reto a que me diga, o piense para sí, el nombre del ministro de Cultura. Aunque no se lo crea, Rajoy tuvo a bien no sólo premiar a Juan Ignacio Wert , aquella wertgüenza cuyo hallazgo corrió por las redes sociales, enviándolo a París como un tortolito junto a su amor -10.000 euros al mes, piso de lujo en el centro de París, asistentes, chófer, un sindiós, vamos-, sino nombrar a otro en su lugar. Insisto, aunque no se lo crea, hay ministro de Cultura, además de Educación y Deporte. ¿Se rinde? Lo entiendo. ¿Quién conoce al ministro, quién sabe su nombre? Se lo digo -vale, lo he mirado en Internet-. Íñigo Méndez de Vigo.

Lo máximo que ha hecho este buen hombre es acudir a charlar a Cine de barrio junto a Concha Velasco. Así se las gasta el ministro. Dice que le gusta mucho nuestro cine -«las películas antiguas, las actuales»-, y además el programa ya es mayor. Cumple estas fechas 20 años. El sábado pasado pasó por el plató del programa. La película fue Esa voz es una mina, de 1955, con Antonio Molina, dirigida por Luis Lucia.

Es la primera vez, que yo sepa, que el ministro acude a un programa popular. ¿Para qué?, dirá el hombre. La herencia recibida es indefendible, quedan cuatro minutos para las elecciones, seguro que no sigo de ministro, ¿qué necesidad tengo, pensará, de bailar con hormigas, escalar montañas con Jesús Calleja, o pasar un mal rato contestando a tertulianos incómodos? Acudo a lo de Concha, echo la tarde, veo una peli, y me hacen la foto junto a la actriz, que no me va a preguntar por el legado de Wert. Y así fue. A otra que habría que invitar al programa es a... ¿Cómo se llama la ministra de Agricultura, Alimentación, y Medio Ambiente?.