Es lógico preguntárselo. ¿Quiénes son las 'Malas compañías' de Cristina Pardo, que el domingo estrenó en La Sexta la reportera cascabelera? Pues muy fácil. Los políticos. En la primera entrega pone el foco en las tramas de corrupción de Valencia.

Cuántos políticos conoces que estén interesados en serio en dar más medios a la fiscalía, le pregunta Cristina al fiscal anticorrupción, Vicente Torres. Después de pensar un poco, echar los ojos al cielo, y callar durante uno segundos, responde el fiscal, "ninguno". Demoledor.

'Malas compañías', de la productora de Jordi Évole, ha tenido en la cadena una promoción inmejorable pasando por todos los programas de la casa, y hasta 'El hormiguero' invitó a la presentadora a echar un rato con Trancas y Barrancas.

En el programa vemos a gente corriente que se dejó mecer, y calentar, por políticos que, al final, llevó a esa gente a la ruina social, económica, y de prestigio. Es decir, es gente que, al contrario que el político profesional, que sabe escabullirse, sí tira de la manta y que no advirtió que juntarse con según quién sólo le traería problemas por ser tan mala compañía.

'Malas compañías' bebe de la estética impecable de 'Salvados'. Su puesta en escena no es aparatosa, pero el resultado visual, fotográfico, es impecable. Todo eso, más el tono de tranquila charla, con preguntas incisivas pero no acongojantes de la presentadora, hace que lo que los invitados declaran adquiera un simbolismo casi atroz porque destapa una cloaca que imaginábamos nauseabunda pero que al ser aireada sin aditamentos y desde dentro, con protagonistas no viciados por los medios, lo dicho te deja estupefacto. Una cosita. ¿'Malas compañías' es una extensión de 'Salvados'?.