Ni con Lo que el viento se llevó se hizo una excepción. Ni con la película más larga de la historia. Emitirla a las 22.15 suponía acabar a las 2 de la madrugada, siendo el día siguiente laborable.

Pero es que no iba a iniciarse a la hora anunciada, sino 20 minutos después. Y es que los horarios del prime time de La 1 se vienen incumpliendo desde hace tres semanas.

Tratándose de Lo que el viento se llevó, de la película más larga que imaginarse pueda, me detuve con atención a comprobar si tendrían el miramiento de cumplir con la hora oficial. Si Pepa Bueno se despedía realmente a las 10, si las autopromociones no se hacían tan largas, si se daba paso con rapidez a la tómbola del 905 de Radio Nacional y si El tiempo de Mónica López no se demoraba demasiado. Vanas ilusiones.

Los rituales del post-Telediario se extendieron como siempre, y los Clásicos de La 1, en este caso Lo que el viento se llevó, entro a las 22.35, con sus habituales veinte minutos de retraso. Me choco comprobar cómo incluso el chivato del aparato de la TDT, ese que te va marcando los horarios actualizados sobre la marcha, situaba la emisión de la película a las 22.26. También se saltaron, pues, sus propios parámetros internos.

Es un asunto menor, estoy de acuerdo. Los hay más relevantes. En los cuatro puntos cardinales de la tele. Y en sus entretelas. Pero recuerdo cómo iban los horarios, clavados al segundo, cuando La 1 dejo de emitir publicidad, y no entiendo a que obedece este cambio de criterio. Ni se quien ha sido el responsable de tal grado de laxitud.