A pesar de su "imperfección", como él llama a su discapacidad, Juan Manuel Montilla "Langui" no se cambia por nadie, aunque reconoce, eso sí, que una vez al mes le gustaría tener un "cuerpo en condiciones" para, por ejemplo, jugar al fútbol. "Soy un imperfecto feliz. Mola", asegura.

Y de felicidad e imperfección habla Langui en su nuevo libro, escrito en los ratos libres que ha logrado arañar a su más que agitada vida laboral, pues no para de escribir canciones, de dar conciertos, de hacer radio o de rodar para una exitosa serie de televisión ("El chiringuito de Pepe"), entre otras muchas actividades.

"¡Estoy en racha!, y que no se acabe", comenta en una entrevista con Efe este joven hiperactivo que nunca se ha puesto límites en la vida. "Me gusta probar, investigar, dar siempre el cien por cien", insiste.

"Cómo ser un imperfecto feliz" (Martínez Roca), su tercer libro, es, por encima de todo, un canto a la vida, una lección de optimismo dictada por un chico de barrio, Pan Bendito, en la periferia sur madrileña, que, tras nacer con una parálisis cerebral, podría haber estado condenado a una vida infeliz. "Ha sido todo lo contrario, aunque no ha sido fácil", reconoce ahora, a sus 35 "tacos", que, coqueto, le cuesta confesar.

Llegada al mundo que "Langui" cuenta, no sin cierta guasa, en su libro. "Creo -escribe- que la cigüeña pasaba por un IKEA, se distrajo, soltó la bolsa y caí directo a un almacén. Allí me ensamblaron mal".

Que nadie piense que fue un niño infeliz. Es más, asegura tajante que su infancia fue "muy feliz", gracias a unos padres que trabajaron y lucharon mucho para sacarle adelante, para pagarle las muchas operaciones que sufrió y la posterior rehabilitación, y a unos amigos del barrio -"el Hugo", "el Félix", "el chepa", "el rata",...- que le trataron como a uno más. Y que, a la hora de jugar con él, no pusieron más limitaciones que las derivadas de sus "limitaciones de fábrica".

"Soy muy afortunado pues siempre he gozado de un grupo de amigos que me han ayudado a ser feliz, que me han tratado como a uno más. Han contado conmigo para todo. Para jugar al fútbol, para ir de discotecas,...Y si no podía llegar a un sitio, por mis limitaciones, pues íbamos a otro. También me he tenido que enfrentar a la crueldad de otros, a la chulería, el vacile, a la ley de la calle que imperaba en el barrio", relata.

"Las imperfecciones -comenta el ganador de dos Goyas por la película 'El truco del manco'- tienen su encanto, nos hacen muy nuestros, diferentes. Todos somos imperfectos. Lo importante es saber sacarles partido. Es lo que yo he hecho. Las trabajo, han ido evolucionando conmigo y me hacen sentir feliz".

Tráiler de la película 'El truco del manco', la cinta que le dio dos Goyas.

"Langui" -de lánguido, mote que heredó del señor Matías, "que en paz descanse", un vecino del barrio también discapacitado- ha escrito este "desnudo emocional" para sí mismo -"me he quedado muy a gusto", reconoce- y para otras personas a las que su experiencia les pueda ser útil para buscar y encontrar la felicidad. "Es el libro de un imperfecto para un lector imperfecto", apostilla.

Libro que confía lean sus dos hijos -de 8 y 5 años- cuando sean un poco más mayores, para que "conozcan mejor a su viejo. Verán lo que fui y sentí. Con el tiempo me he dado cuenta de que los padres tenemos que ser un referente para nuestros hijos. Los míos lo fueron para mí. Cuando eres joven buscas esa referencia en un futbolista, un deportista, en un cantante, en un amigo,... pero son los padres los referentes de verdad".

Partiendo de la base de que la felicidad son "instantes fugaces", hay muchas cosas en la vida de "Langui" que le hacen sentirse feliz. "Me gusta mucho la vida, la luz del día, integrarme con la gente, salir todos los días de casa, ver el movimiento de la gente por la calle, de aquí pa'allá,...Me gusta mirar, observar, reír, componer, conversar...Y estar con mi familia y mis amigos".

Aunque también hay otras muchas que le hacen sentirse infeliz. "Ver cómo está todo en general. Cuando pienso en la pensión que le ha quedado a mi padre, después de trabajar como un c...toda la vida. O ver a mi madre levantarse todos los días a las cinco de la mañana para irse a trabajar a la otra punta de Madrid, a servir, que le paguen ná y menos y que el jefe le hable mal, a sus casi 60 años. Ver que los amigos no llegan a fin de mes, no pueden pagar la hipoteca...".

Uno de los momentos televisivos más divertidos de 'El Langui' fue durante su visita a 'El Intermedio'