Álvaro Fuente, fotógrafo noreñense con su objetivo siempre fijo en los más desfavorecidos, tiene los ojos hinchados. Una larga noche, aclara, pero al escuchar sus vivencias en Oriente Próximo cualquiera diría que es por todo aquello que ha visto. «A Jordania llegan 1.000 refugiados cada día, principalmente palestinos, iraquíes y sirios. En el caso de los palestinos, hay refugiados de tercera generación, los nietos de los expulsados de sus tierras en 1949, cuyos padres ya nacieron en campamentos jordanos», explica el fotógrafo, que esta semana inaugura en la Laboral, en Gijón, una muestra con las imágenes captadas en el marco de un proyecto de «Mensajeros de la Paz».

No es la primera vez que Fuente colabora con la entidad humanitaria que lidera el sacerdote mierense Ángel García Rodríguez, popularmente conocido como el «Padre Ángel», que estará en el acto. El fotógrafo ya acompañó al religioso en un viaje a Haití, aunque en este caso se trata de un proyecto organizado con antelación. «El Padre Ángel y yo fuimos a Jordania en Navidades, para una visita previa a los campos que después volvería para fotografiar. Allí nos vimos con el padre Carlos Jaar, que coordina Mensajeros de la Paz en Oriente Próximo, y que nos guió por los campamentos», explica Fuente.

Pero ya en esa visita inicial pudo apreciar las dificultades que atraviesan los refugiados. «El campamento de Zaatari, en Jordania, está cercano al colapso. Tiene capacidad para 60.000 personas, pero actualmente hay cerca de 100.000 personas viviendo allí», explica. Un caldo de cultivo ideal para ciertos grupos extremistas, tal y como relata el fotógrafo: «Una de nuestras primeras visitas la tuvimos que anular porque el ejército tuvo que entrar al campamento. Un grupo de sublevados libios había entrado al campamento para reclutar a adolescentes, y la ONG no podía controlarlos. Aquel día detuvieron a 200 personas».

Fuente retornó a Jordania a finales del pasado mes de enero, acompañado de las cineastas Cristina Antuña y Patricia Simón. El trío estuvo en tierras jordanas un total de 16 días, visitando distintos campos de refugiados. Mientras él tomaba sus fotografías, las dos cineastas rodaban un documental a partir de las experiencias de una niña refugiada, Pateel, procedente de Armenia.

La experiencia otorga a Fuente una visión muy amplia sobre la situación de los refugiados en Jordania: «Es sorprendente la cultura que tienen respecto a los refugiados, cómo les abren la puerta. Aparte de los palestinos, que llevan décadas en el país, desde hace diez años llegan muchísimos iraquíes, y en los últimos años también sirios. Algunos campamentos han evolucionado hasta convertirse en pequeñas ciudades», explica el fotógrafo.