Boquiabiertos. Así se quedaron ayer los asistentes a la charla que dio en el Centro de Estudios Universitarios de Avilés el investigador Amador Menéndez cuando éste bebió medio vaso «de agua de la ría» para demostrar en vivo y en directo que la ciencia puede ser eficaz y, además, fiable. El científico, miembro de la plantilla del Instituto Tecnológico de los Materiales (Itma) en Avilés, mostró una botella de plástico con agua parda, rellenó con ella una segunda botella provista de un filtro de carbono, bombeó el líquido para hacerlo pasar por el tamiz y se lo bebió a la salud del público. Al término de la conferencia, el científico reveló el truco: se trataba de agua con cacao. De lo que se trataba, explicó, era de llamar la atención sobre algo que la ciencia ha hecho posible -purificar agua con ayuda de filtros de carbono-, pero que aún requiere de cierto desarrollo industrial.

La impactante demostración de Amador Menéndez se basa en la nanociencia, la disciplina que investiga las aplicaciones de la materia a escala subatómica y también el desarrollo de nuevos materiales, como el grafeno. Una punta de lápiz está hecha, como es sabido, de grafito (un producto derivado del carbón). Y el grafeno es el resultado de cortar el grafito en láminas muy finas (de un átomo de espesor). Al tratarse de un material poroso, el grafeno resulta ideal, entre otras utilidades, para purificar agua: el líquido pasa por los poros del grafeno -que miden quince nanómetros-, pero no así las bacterias, los virus y demás impurezas, ya que miden como mínimo veinte nanómetros. La utilidad de este «invento» no es una tontería, por ejemplo, en África, donde muere un niño cada veinte segundos por falta de agua potable. Menéndez hizo ver que la generalización de este tipo de filtros de carbono en el continente vecino sería la solución a un problema que trae de cabeza a la ONU desde hace décadas.

No obstante, la investigación que en estos momentos ocupa el tiempo de Amador Menéndez en el Itma de Avilés no es el grafeno, aunque sí tiene que ver con el carbono. «Estamos trabajando en el desarrollo de células de carbono que sean más eficientes que las tradicionales de silicio en la absorción de la radiación solar y su transformación en energía eléctrica», explicó. El éxito de este proyecto sería sinónimo de haber logrado un avance para reducir la dependencia de las energías basadas en los combustibles fósiles, cada vez más escasos y, además, contaminantes y nocivos para el planeta. Ésta y otras investigaciones del Itma se hacen en cooperación con el prestigioso Institute Technology (MIT) de Massachusetts y, de momento, disponen de financiación pese a los recortes practicados por las administraciones en materia de I+D.