La Casa de Cultura y biblioteca de Figueras acogió ayer por la tarde, con gran capacidad de convocatoria, la tercera sesión de las Jornadas de historia local, que este año celebran su cuarta edición y versan sobre la vida, las circunstancias y el legado de Domingo Gayol y Martínez Magadán, un importante personaje de la localidad. Fernando García, del colectivo «Amigos de la historia de As Figueiras», abordó ayer el legado dejado por el potentado castropolense, de cuya muerte se cumple este año el centenario, y hasta la Torre del Reloj que alberga la Casa de Cultura se acercaron muchos curiosos, sobre todo los que aún guardan recuerdos de aquellos tiempos añejos.

Es este uno de los hijos más ilustres de Figueras. Domingo Gayol y Martínez Magadán (nacido en Figueras en 1859 y muerto en la misma localidad en 1913) fue promotor y mecenas del emblemático edificio de Figueras, pues donó el reloj y la torre. Gayol dispuso en su testamento que parte de sus bienes se invirtiesen en el montaje de un reloj con su correspondiente torre y demás accesorios, que sirviese para indicar la hora a los vecinos y que siempre tuviese carácter público. Una historia que tuvo su miga antes de llegar a buen puerto.

Siendo joven, Gayol emprendió, como tantos otros, el camino de la emigración hacia el Río de la Plata, destino preferido por los emigrados de Castropol y la zona. Tras instalarse en Uruguay y partiendo de cero, consiguió reunir un capital suficiente para regresar a Figueras y disfrutar de las rentas y de una holgada situación. Fue, por lo tanto, un arquetipo de los llamados indianos o «americanos». En la villa marinera vivió a partir de entonces en una casa situada en la calle Dos de Mayo -antiguamente Princesa-, y en la misma casa falleció en 1913, relativamente joven y sin dejar herederos a causa de su soltería.

Fue entonces cuando entró en juego su testamento, que se convertiría en un punto clave para la historia de Figueras. Gayol dejó un legado económico que permite no sólo la construcción de un panteón familiar sino también, tal como dispuso en la clausula décima, «el montaje de un reloj y su correspondiente torre en la plaza de San Feliz de la villa, para servir de horario a los vecinos, y que tenga siempre carácter público». Sin embargo, el Ayuntamiento no permitió situar la torre en dicha plaza, por lo que se hubo de buscar otra situación céntrica y visible, una circunstancia que provocó un gran debate en Figueras y dio lugar a una apasionada polémica que parecía que no iba a resolverse.

Cuando el capital del difunto Gayol estaba a punto de ingresar en las arcas del Tesoro Nacional, el marino primer teniente de alcalde de Castropol de la época, José Castro Valdés, tomó el asunto como propio y se erigió la torre del reloj en la carretera de entrada al pueblo, el mismo lugar donde se yergue orgullosa hoy en día.

El martes tuvo lugar la presentación inicial de las jornadas, en la que se realizó un visionado del material recopilado en las tres ediciones anteriores, y el miércoles continuó el coloquio. La iniciativa de organizar esta jornada ha corrido a cargo del colectivo «Amigos de la historia de As Figueiras» y el Ayuntamiento de Castropol. En paralelo a las jornadas de historia se pueden visitar dos exposiciones: una dedicada a los indianos y sus aportaciones, y la otra referida al legado de Domingo Gayol.

Hoy la cuarta y última sesión de las jornadas históricas consistirá en una mesa redonda técnica sobre los relojes torre, seguida de una visita guiada.

La pintora Nathaly Piña (en la fotografía), asidua visitante de Figueras, presenta la exposición «Rayando el cielo en Figueras», que se puede visitar de forma gratuita en la Casa de Cultura de la localidad castropolense hasta el sábado. Expone 19 obras de arte abstracto, pero fuertemente influenciadas por los colores y los ambientes asturianos. Paralelamente, organiza un taller de pintura para los más pequeños.