"Es la hora de que la juventud coja la fesoria". Lo dice Diego Pariente, uno de los agricultores del Oriente que ayer participó en el XXXII Certamen de la Huerta de Posada. A sus 39 años se aplicó el cuento y recuperó, junto a su vecino Víctor Acebo, las pomaradas familiares que tenía en Bricia, para mayar sidra natural. "No puede ser que se dediquen al huerto sólo las paisanas de 60 y 80 años", advirtieron los socios que ayer obtuvieron el premio a mejor presentación de sidra del certamen, en el que participaron un centenar de expositores. En la misma línea se expresaron las hermanas Sandra y Guadalupe Fernández, que vendieron a diestro y siniestro desde primera hora las fresas que cultivan en su huerto de Bricia y que también convierten en mermelada.

Otra de las que se quejaba de que "no hay relevo en el campo" era Loli Díaz, que a sus 71 años lleva 14 sin faltar a su cita con el certamen de Posada. Esta vecina de Bricia llevó alubias de todo tipo: verdinas, vinoteras, negritos... además de cebollas, repollos o coliflores, y se quedó sin existencias porque, según explicó, tiene clientes muy fieles. "Mi única hija está en Madrid trabajando y yo cada día estoy más cansada. No sé qué va a ser de la huerta", dijo.

La solución la tenía Francisco Borbolla, vecino de Balmori, que expuso calabazas de repostería y otros tantos vegetales como tomates. "Lo ideal es que gente bien preparada dé pequeños cursillos para que quien esté interesado aprenda la técnica", apuntó este agricultor de 57 años, que cultiva la tierra tal y como a él le enseñó su padre. Con la práctica desde muy joven aprendió también a cultivar el campo Aquilina Blanco, que llevó hasta tres tipos de judías -verdes, rojas y amarillas- de su huerta de la Malatería, aunque lo que más triunfó fue la borona hecha con maíz de casa que llevó y los postres con nueces. "El problema es que la gente no aprecia la calidad y prefiere comprar cualquier cosa por cuatro duros en el supermercado y esto lleva mucho tiempo", afirmó.

Las mejores fabas de granja y verdina fueron las de Maruja Piquero y Amalia Celorio respectivamente, y Xicu Noriega destacó por el lote de hortalizas de más calidad en el concurso. El mejor huerto familiar fue el de Covadonga Viego y el comercial el de José Ángel Sanjuán. Carlos Javier Villaverde llevó el mejor lote de hortalizas pequeños frutos de la huerta y la mejor presentación fue la de Didi Amirav. Pero en Posada también hubo protagonismo para la mejor artesanía. La mejora talla de madera fue la de José Manuel Villanueva e Isabel Martínez y María Luisa Llaca hicieron lo propio en pintura y manualidades. Uno de los puestos que más llamó la atención fue el de Nazaret Llavador, que confeccionaba vestidos de algodón a medida y sin costuras con la única ayuda de una tijera.