El Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón abría ayer las puertas del Taller de improvisación musical, que ofrece a cincuenta alumnos un espacio para la improvisación y la práctica en grupo. Los talleres, que se reparten entre el 4 y el 8 de julio, son impartidos por destacados profesionales asturianos y por reconocidas figuras "de la élite musical de España".

Además de la formación teórica e instrumental, el taller da la posibilidad de participar en clases colectivas o "combos", que guardan cierta sintonía con los grupos de música popular. El proyecto, que agrupa a los alumnos en las categorías "junior" y "senior" finalizará con dos conciertos, uno a cargo de los profesores y otro de los alumnos.

La iniciativa celebra su vigésima primera convocatoria consecutiva y ha sido, desde 1996, un referente en el panorama nacional. "En este taller se ha iniciado la carrera de artistas conocidos a nivel nacional e internacional, que se han llevado el nombre de Gijón", explica René de Coupaud, responsable del taller desde su primera edición."Hemos sido pioneros en ofertar formación en un estilo musical específico y en ofrecer prácticas en grupo, supervisadas además por un profesorado de nivel", afirma René, responsable.

Algunos de los profesionales que imparten los cursos este año son asturianos, como el guitarrista Marco Martínez, que partcipó en las primeras ediciones del taller, o la cantante Mapi Quintana, que se formó en el Conservatorio de Ámsterdam. Agustí Fernández, profesor de piano, impartirá clases junto a Baldo Martínez, contrabajista, Marcelo Peralta, saxofonista y Carlos González, batería y "jazzman" , todos profesionales con proyección internacional.

La iniciativa gijonesa es la más antigua de Asturias. "Hemos tenido músicos andaluces, gallegos, catalanes...", explica René, y añade que " a pesar de que hoy en día ya hay más oferta, el nivel de prestigio continúa respecto al profesorado". El trabajo realizado por los alumnos se pondrá en práctica en el concierto de clausura del taller que, como señala Eduardo García Salueña, responsable de la iniciativa, es una "explosión de nervios y de goce".