Evaristo Valle fue un pintor de estilo propio, con cuadros coloridos que parten de un punto real y pasan por el personalísimo tamiz del artista. Ayer, la Fundación a la que presta su nombre realizó una visita guiada a su museo a modo de homenaje al cumplirse 143 años del nacimiento de Valle. A la visita acudió una veintena de personas ansiosas por conocer más detalles de la vida y la obra de este ilustre gijonés.

Con referentes como El Greco y Goya, el pintor llevó a cabo una extensa obra. El personaje pasó por diferentes fases que marcaron su vida como artista. "Desde sus primeros años, Evaristo Valle ya mostraba dotes para el arte. Su padre, que siempre le apoyó en esta meta, llevaba con él en la cartera dos muñecos que el pintor hizo cuando tan solo tenía dos años", explicó el guía de esta jornada, Álvaro Lamadrid, licenciado en Historia del Arte.

A pesar de su amor por la tierra asturiana, el artista vivió en varios lugares del mundo como San Juan de Puerto Rico, París o Londres. "En el primer sitio fue donde falleció su padre, del que adquiere una colección de conchas, que influyen en la tercera época de sus cuadros. En esa etapa se puede observar en ellos texturas y colores que se asemejan mucho con los de esa recopilación tan querida por su progenitor", añadió el experto, que también mostró a los asistentes la colección de fósiles que fueron propiedad del padre del pintor.

En su ciudad natal, Evaristo estudia en el Instituto Jovellanos, donde coincide con otro conocido gijoneses, Nicañor Piñole. Debido al poco poder adquisitivo que tiene su familia, con 22 años abandona sus aspiraciones para trabajar en una litografía.

"El verdadero encuentro con el arte surge en París, ciudad en la que descubre una nueva corriente más moderna y donde contacta con diferentes artistas", comenta Lamadrid. Con el propósito de convertirse en un pintor único, se aleja del estilo realista y comienza a pintar cuadros expresionistas, "con colores vivos y formas retorcidas y alargadas". En sus cuadros plasma los estereotipos de la sociedad de su tiempo, algo poco común.

En Asturias, empieza a fraguarse el estilo por el que se le recuerda. "En ese tiempo los cuadros que pintaba eran paisajes propiamente asturianos, donde cubre todo el lienzo con pequeños matices. El artista, que tenía memoria fotográfica, realizaba pinturas de panoramas que había visto, pero los representaba como a él le hubiera gustado verlos". Uno de los cuadros que representa bien este momento es "Sacando patatas".

En su última época lleva a cabo una recopilación de todo lo que vio a lo largo de su vida. En 1951, Evaristo Valle fallece y en su caballete queda un cuadro, que no se sabe si terminó pero que se expone junto con sus demás obras en el Museo Evaristo Valle, en Gijón. Y que los curiosos por la vida y obra del artista pudieron reconocer ayer, en esta visita a modo de cumpleaños póstumo.