La música volvió a hacerlo. Miles de personas abarrotaron ayer la Plaza Mayor -la marea de gente llegaba casi hasta el Muro de San Lorenzo- y vibraron al son de toda la retahíla de "los cancios de chigre", una de las citas más señaladas de la semana del Festival de la Sidra, que llenó el entorno de Cimadevilla de clásicos de antaño como "Fui al cristu"o "En el pozu María Luisa".

En la Plaza Mayor no cabía ni un alfiler. Miles de voces se unieron a la de la Coral Polifónica Anselmo Solar, encargada de conducir la noche, y aprovecharon la ocasión para tomarse una sidra en compañía. "Es el único día que cantamos al año", explicó la langreana María Cortado, que acudió a la plaza con un grupo de amigos. "Ya no quedan chigres y no se canta en ningún sitio", añadió Aurelio Fernández, que es asiduo al concierto desde su primera edición.

El recital arrancó con "Mocina, dame un besín", el primero de los temas asturianos de la noche, que se intercalaron con boleros, tangos y alguna canción popular como "Guantanamera". El titular de la coral gijonesa, Santi Novoa, cedió la batuta ayer a Lola Solís, que intentó amenizar la velada a los presentes. "No hay un coro tan grande como este en ningún sitio. Hay que hacer un record guiness de esto", propuso la gijonesa Maria Jesús Moro, que, como muchos, celebraba esta iniciativa "tan original y emotiva". "Se te pasan las dos horas volando. Para los que nos sentimos muy asturianos y nos gusta cantar es un lujo", señala María Hernández, que lleva una década asistiendo a la cita.

Los asistentes no quisieron saltarse ni una estrofa y acudieron equipados con el libreto de los "cancios", una compilación de temas que ayer sirvió de chuleta para muchos y que la organización del evento esperaba agotar hasta el último ejemplar de los 4.000 editados. Y es que, aunque falle la memoria y uno se olvide de parte de la letra, las canciones asturianas calan hasta los huesos. "He vivido en Holanda muchos años. Era socia de un centro español y siempre que hacíamos excursiones por el país, el 'Asturias patria querida' era el primero en sonar en el autobus", señaló la cántabra Inés Somoano, que hace una parada en Gijón todos los veranos. La canción protagonizó el momento más emotivo de la noche, seguido del que llegó con "Gijón del alma", que arrancó alguna lágrima a más de uno de los presentes.

Una cita que, pese a la enorme acogida, no se salva de las críticas. Más canciones de chigre y menos temas populares, pantallas más grandes y que se vean desde las últimas filas, y sillas para los más mayores, entre las quejas del público asistente, que se dejó la garganta hasta la última sílaba.