Estudios recientes apuntan que sólo la mitad de los comercios que abren sus puertas en España sobreviven a los primeros cinco años de actividad. La cifra se reduce a uno de cada cuatro si el horizonte se sitúa en los 15 años. Estos datos revelan que no resulta sencillo conseguir que un negocio llegue a viejo. La familia Ardura lo ha conseguido. La zapatería que inauguraron en febrero de 1967 continúa conviviendo con los mierenses medio siglo después. En este tiempo han vendido más de 250.000 pares de zapatos. Nadie conoce mejor los pies que caminan por la comarca. "En la actualidad las mujeres de Mieres calzan de media una talla 37 o 38, mientras que lo más habitual en los caballeros es un 40 o 41". Pero las cosas cambian. Roberto Ardura y su hermana Yolanda están ahora al frente del negocio que pusieron en marcha sus padres, Manuel Ardura y Carmen Espín, en unos tiempos convulsos marcados por la conflictividad en la minas y el inicio del derrumbe de Fábrica de Mieres, el gigante siderúrgico sobre el que había pilotado su auge industrial del territorio.

Manuel Ardura fue minero, pero a mediados de los 60 el ajustado sueldo que percibía por trabajar en el pozo Tres Amigos apenas daba para mantener a la familia. Las explotaciones daban pérdidas y las condiciones laborales eran tremendamente malas, con constantes huelgas. "Una vez estuve tres meses sin trabajar y, por tanto, sin cobrar". Decidió abrir un pequeño negocio justo el año en que Hunosa cobró vida. "Mis padres estaban pensando emigrar a Suiza, pero yo era aún muy pequeño", explica Roberto Ardura. "Al final nos decidimos a montar una zapatería, aunque no teníamos estudios ni sabíamos nada de zapatos", señala su padre. Así, alquilaron un bajo en la calle Calvo Sotelo, ahora Carreño Miranda, y empezaron poco a poco. "Los inicios fueron complicados. Tuvimos que pedir un crédito de un millón de pesetas de la época y tardamos varios años en despegar. Tuvimos que ser atrevidos".

El traslado

Calzados Ardura se trasladó a la calle Doce de Octubre, su actual ubicación, en 1990. Es ante todo un negocio familiar por el que han pasado varias generaciones de mierenses: "Yo empecé a ayudar a mis padres con unos seis años. Recuerdo que con once ya me mandaban a pagar letras, algo que ahora resulta impensable", apunta Roberto Ardura, que desde hace unos años preside el Caudal Deportivo, el principal equipo de fútbol de la comarca del Caudal. Asegura que el éxito depende de muchos factores, como acertar con la ubicación. "Hay que lograr un complicado equilibrio si quieres perdurar. Hay que innovar sin perder el toque de la tradición y hoy es muy importante la especialización para poder ser competitivos".

Medio siglo de andadura ha dado para mucho. Tiempos buenos y otros más difíciles. Las anécdotas se acumulan junto a la montonera de cajas de zapatos que se apilan en las estanterías. "Recuerdo que en una ocasión un cliente habitual me compró unos zapatos para la boda de su hija. El mismo sábado de la ceremonia me llamó por la mañana muy nervioso. Resulta que le había dado dos zapatos del mismo pie. Quedamos en la tienda de la que iba para la boda y lo arreglamos", rememora Roberto Ardura con el regusto nostálgico que dejan los sustos cuando el paso del tiempo les despoja del dramatismo de lo cotidiano que falla. "El comercio de cercanía te ofrece cosas que las grandes cadenas o tiendas no pueden. Vete a llamar a una firma grande para que te abra la tienda para subsanar un error. Te esperas al lunes por mucha razón que puedas tener", subraya Roberto Ardura.

Los mierenses se inclina por los zapatos náuticos y por los castellanos: "Es lo que más gusta". Ardura conoce bien las preferencias tras medio vendiendo zapatos. Un alarga andadura.