La inversión privada en el Puerto de Avilés asciende a 50 millones en la última década

Las grandes compañías ya ocupan más de 50.000 metros cuadrados en tinglados, y urge la expansión para atender una mayor demanda

Una de las naves de almacenamiento de Azsa, en una imagen de archivo. | Ricardo Solís

Una de las naves de almacenamiento de Azsa, en una imagen de archivo. | Ricardo Solís / Marián Martínez

Marián Martínez

Marián Martínez

La inversión privada en el Puerto de Avilés ha llegado en la última década a los 50 millones de euros, con más de 50.000 metros cuadrados en tinglados, cuando hasta 2014 era prácticamente residual y pivotaba casi en exclusiva en la Autoridad Portuaria. En este cambio de paradigma influyeron distintos factores, pero uno de ellos destacó sobre todos los demás: el respeto al medio ambiente y la necesidad de operar disminuyendo al mínimo las emisiones en las operaciones portuarias.

El Puerto de Avilés es granelero. Y era sucio, muy sucio. De hecho, hasta el año 2010 o algo más, prácticamente el 100% de la blenda se descargaba en el suelo, igual que otros muchos minerales y materiales, incluido el carbón. Ahora directamente van a tolva y se trata de controlar todo tipo de emisiones, aunque en determinados momentos se producen "dificultades indeseadas que hay que ir solventando", afirman desde la Autoridad Portuaria.

La transformación que se produjo en los muelles avilesinos necesitaron que previamente se abordaran una serie de inversiones públicas costosas y de gran calado. Las sucesivas ampliaciones de los muelles, la reforma de la dársena de San Juan de Nieva, la eliminación de la curva de Pachico como punto crítico del canal de navegación de la ría y las ganancias de calado hicieron posible que las empresas consignatarias pudieran fletar barcos más grandes para sus operativas en Avilés, lo que se tradujo directamente en cifras de rentabilidad económica: a mayor tamaño de los buques, más rentable la operación por el principio de economía de escala.

Todas las inversiones de estas obras y mejoras en el Puerto de Avilés, iniciadas con Manuel Ponga, salían de las arcas públicas, de la Autoridad Portuaria. "En 2010, los únicos vestigios de inversión privada eran las ruinas de la antigua Ensidesa y la antigua Endasa, los tanques de IQN, los tinglados de Bergé en el muelle de Raíces y su ampliación, y el tinglado de Alvargonzález, también en Raíces", señalan desde la Autoridad Portuaria.

Las cosas comienzan a cambiar ya con su actual presidente, Santiago Rodríguez Vega, en un momento en el que se empieza a imponer el respeto al medio ambiente ya como un desafío social. El primer paso para esa transformación fue la especialización, por decirlo de alguna manera, de los muelles. Fue así como en la margen izquierda se empezaron a manipular los tráficos de carbón, blenda, arcillas... mientras que en la margen derecha se concentraron otros productos limpios, como los que importaba y exportaba Arcelor.

"Se empezó a apretar medioambientalmente a las compañías aprovechando que empezaba a extenderse un cambio de mentalidad. Y eso, unido a las inversiones que se habían realizado en décadas anteriores, además de otros factores, ayudó a que las empresas empezaran a invertir", señalaron fuentes portuarias.

Así que el mayor tamaño de los buques ligado a un incremento de los tráficos portuarios y a la necesidad de una mayor operatividad portuaria, envuelto todo ello en la concienciación social en defensa del medio ambiente, condujeron casi de manera inconsciente a que las empresas que operaban, y operan, en el Puerto de Avilés decidieran apostar por invertir en las instalaciones portuarias.

Asturiana de Zinc (Azsa) fue de las primeras compañías que mostró especial empeño en mejorar su operatividad en el Puerto, y de paso su imagen desde el punto de vista medioambiental. Y construyó los dos grandes almacenes para la blenda, a los que siguieron otras inversiones, como la cinta transportadora cubierta para evitar cualquier tipo de emisión al aire.

A estas inversiones siguieron muchas más, y las que ahora están en previsión, como el añadido de Chemastur, el de Marprin, los de Enemarpri I y II, los tinglados de Alvargonzález junto a la iglesia, la inversión del parque de carbones de García Munté, la nuevas inversiones que están por venir en Alcoa, las inversiones en la concesión de ArcelorMittal, la nueva nave y terrenos de Idesa, y el tanque de ácido de Fertiberia.

La apuesta por el respeto al medio ambiente que desde la Autoridad Portuaria se concretó hace una década ya no es una recomendación, sino que es una obligación.

De hecho, su actual presidente, Rodríguez Vega, ya advirtió públicamente de que se obligará al conjunto de operadores portuarios a cumplir de manera estricta en manera medioambiental. Y añadió, por escrito, que "desde el punto de vista ambiental" el futuro del Puerto de Avilés "implica hacer frente a todos los retos y desafíos a los que nos enfrentamos, siendo más eficientes energéticamente y fomentando las energías limpias, minimizando el consumo de recursos, minimizando los residuos generados, en definitiva, minimizando nuestro impacto y nuestra huella, en todo aquello que esté a nuestro alcance".

La previsión es que el Puerto de Avilés siga siendo atractivo y que el futuro Ecoparque de Baterías y la Zalia atraigan nuevas empresas que necesiten de sus servicios. Para entonces, el plan de expansión e inversión en tecnología y energías renovables deberán ser una realidad.

Suscríbete para seguir leyendo