Acción de serie B y de consumo exclusivo de incondicionales de la especialidad que pueden satisfacer en parte sus afanes por disfrutar del espectáculo dantesco del edificio más alto del mundo en llamas en el seno de un relato que moviliza a miembros del FBI empeñados en impedir semejante siniestro y en hacer frente a la organización criminal que está detrás del mismo.

Podría definirse como una combinación de ´El coloso en llamas´, que John Guillermin dirigió en 1974 y, sobre todo, de ´La jungla de cristal´, realizada por John McTiernan en 1988, de la que podría ser casi una secuela. En ambos casos es una cinta bastante inferior que ha sido producida por el actor Dwayne Johnson en beneficio propio, y que lleva sus ansias de impactar a un determinado público hasta cotas tan exageradas que se cae en lo grotesco.

Las peripecias que el protagonista lleva a cabo para enfrentarse a un enemigo muy superior en contingente y en armamento le convierten poco menos que en un superhéroe que vuela literalmente entre edificios y cuyos golpes con el suelo y las paredes, mortales de necesidad, ni siquiera hacen mella en él. Con este planteamiento las cosas no es que no se tomen en serio, es que resultan insostenibles y ridículas.

Dwayne Johnson, que además es discapacitado, aunque ha sabido superar plenamente sus limitaciones y las consecuencias de moverse con una pierna ortopédica, llega a China en una misión profesional que se convierte en una auténtica ratonera. Ex líder del cuerpo de rescate de rehenes del FBI y veterano de guerra norteamericano, Will Sawyer se ha dedicado a evaluar la seguridad de los rascacielos de todo el mundo.

Precisamente cuando está ejerciendo su labor en el país asiático y comprueba las instalaciones del techo del mundo, La Perla, se declara en una de sus plantas un terrible siniestro. Lo más sorprendente no es eso, sin embargo, sino que la policía culpe del hecho a Willy, obligando a éste a emprender una huida que se complica por completo.