Pretende jugar un papel relevante en el marco de la parodia política o de la sátira, con claras referencias - plasmadas a veces en homenajes puntuales - al cine de Luis García Berlanga y más recientemente al tipo de humor de Ocho apellidos vascos, la cinta de Emilio Martínez Lázaro de 2014, que batió todos los récords de recaudación del cine español.

La suerte, sin embargo, está lejos de ser la misma y aunque hay algún motivo para la sonrisa, esta comedia sobre el tema del proceso de independencia de un enclave castellano en Euskadi deja bastante que desear.

No debe marginarse, desde luego, ya que es solo la segunda película del vasco Kepa Sojo, que debutó en 2006 con El síndrome de Svensson, y que se ha atrevido a sacar adelante un proyecto complejo y arriesgado con un reparto coral que alcanza la veintena de personajes, pero aún así los defectos se hacen demasiado ostensibles.

El argumento nos sitúa en una ciudad castellana, Tellería, que mantiene desde hace siglos una disputa entre las autonomías de Castilla y del País Vasco respecto a que ambas desean formar parte del territorio de las mismas. Un afán que no tiene el visto bueno del Gobierno pero al que no renuncia nadie y que se pone al rojo vivo cuando aparecen unas vías de solución inesperadas y más que sorprendentes, el descubrimiento de testimonios históricos que certifican que el verdadero origen de este enclave es el pequeño pero sumamente rico país de Suiza, sede de la banca mundial. Algo así modifica los planes de unos y otros y se impone entonces una anexión que garantiza un futuro marcado por la ausencia de crisis y por el bienestar socioeconómico.

Frente a momentos que pueden considerarse minimamente rentables en el plano de la comedia, la realidad que prevalece es la de un sentido del humor desigual y no muy inspirado que trata de arroparse con ingredientes románticos y disparatados para llevar el conflicto al límite. Es la oportunidad para que los habitantes de Tellería demuestren que están decididos a lo que sea, incluida la conflictividad sexual, para alcanzar su propósito.