Denota un encanto especial que se deja sentir en todo tipo de públicos, combinando la comedia con el musical y el puro cuento, por un lado, y personajes reales y de animación, por otro, recuperando con ello el auténtico sabor de una literatura entrañable que hizo disfrutar a millones de espectadores el pasado siglo y que seguirá haciéndolo en el presente. Es la magia, en esencia, de la escritora y dibujante Beatriz Potter, que supo crear un universo de animales y de seres humanos propio a partir de su paleta de acuarela que ha decorado con precisos dibujos infinidad de hogares de todo el mundo.

Lo mejor que podía pasar es que todo este mundo tuviera la adecuada correspondencia en la pantalla grande y por suerte así ha sido. No es que se haya engendrado ninguna obra maestra, ni mucho menos, pero sí se ha ultimado un largometraje de 90 minutos delicioso y frenético en el que todo un ejército de animales de granja, especialmente conejos, se movilizan para impedir que la mansión que siempre ha sido su refugio sea adquirida por un matrimonio tras la muerte súbita de su propietario, el anciano McGregor. Lo mejor de la cinta es que su sentido del humor no tiene un destinatario concreto y mayoritariamente infantil, sino que abre ese abanico hasta conseguir rentabilizar su mensaje más allá de cualquier frontera. Eso y el hecho de que los animales, fruto de una espléndida animación digital, en tanto que los hombres son personajes reales, colmen de travesuras, bromas y disparates un relato que incluye, algún que otro número musical.

La unión de todos ellos para impedir que la granja y su precioso jardín sean vendidos, un objetivo que asume el nuevo McGregor que los ha heredado, se convierte en una auténtica batalla campal. Con la eficaz colaboración de la atractiva vecina Bea, que ha acelerado el pulso ro- mántico del protagonista.

Es, sin duda, el mejor trabajo hasta ahora del director Will Gluck, que debutó en la gran pantalla con Guerra de Cheerleaders en 2009 y que dirigió posteriormente ‘Rumores y mentiras’, ‘Con derecho a roce’ y ‘Annie’. Su mérito de convocar este nivel de diversión es más que loable.