Una isla perdida, al oeste de Sumatra, que no aparece en los mapas y siempre está rodeada por un perenne banco de niebla, y en la que un gran muro separa a los monstruos de los hombres. Se trata, obviamente, de la Isla Calavera, el hogar King Kong. Un enclave mítico del que nada se supo hasta que, en 1933, se estrenó el “King Kong” original, la película de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack que creó un icono del cine. 84 años después de aquella primera incursión en esa tierra de mitos, los hombres vuelven en busca del simio gigante en “Kong: La isla Calavera”, una película que reinventa la historia, situándola en 1971, y en la que el monstruo volverá a sucumbir ante la belleza de una mujer rubia, interpretada en este caso por Brie Larson.

El filme se estrena el próximo 10 de marzo, pero como anticipo su director, Jordan Vogt-Rogers, ya nos ha puesto los dientes largos con un espectacular avance, singular tráiler de autor, que anticipa algunos de los peligros que los exploradores tendrán que afrontar en esa mítica Isla Calavera.

En estos años, las expediciones a la Isla Calavera no han sido demasiadas, pero poco a poco hemos ido conociendo detalles de su singular morfología. Ya en la aventura original, aquel “King Kong” de 1933, descubrimos que la ínsula era en realidad una cápsula del tiempo, en la que una tribu adora al dios mono en una tierra infestada de dinosaurios. Los terribles lagartos, no obstante, no eran rival para Kong.

Inmediatamente después de esa primera exploración, Ernest B. Schoedsack lideró una segunda incursión en la Isla Calavera, en la que se descubrió que Kong tenía un hijo albino, Kiko. El filme concluye con la supuesta destrucción de la isla, que se hunde en el mar tras un gran terremoto. Pero posteriores incursiones cinematográficas demostrarían que las islas míticas, como los mitos mismos, nunca mueren. Sólo se reinventan.

Kong retornaría a las pantallas para un ocasional enfrentamientos con Godzilla en los felices sesenta, pero el retorno a la Isla Calavera no se produciría hasta 1976, cuando se daba una visión distorsionada de la isla: en vez de recibir a los visitantes con una gran montaña con forma de calavera, era la propia isla, su contorno, la que recordaba esa forma desde una vista aérea. Su ecosistema sufría además otros cambios fundamentales, como el que no hubiera dinosaurios en sus selvas. Apenas una serpiente gigantesca que, obviamente, tampoco es rival para nuestro amado monstruo.

Casi tres décadas después, en 2005, y tras su reveladora incursión por la Tierra Media, Peter Jackson retornó a la Isla Calavera para, recuperando las esencias de la cinta original, actualizándola en términos de acción y espectacularidad. Una película que no estuvo a la altura de las expectativas creadas, pero que contiene escenas de gran potencia y es, en definitiva, un entretenimiento más que aceptable.

Claro que, a nivel de espectacularidad y entretenimiento, la exploración definitiva se había registrado unos años antes, aunque el destino se había enmascarado tras otro nombre. Porque “El Mundo Perdido”, de Steven Spielberg (1997), no deja de ser un “remake” de “King Kong”, en el que un T-Rex ocupa el lugar del simio. Una aventura colosal, que supera en muchos aspectos al “Parque Jurásico” original, y en el que esa isla Sorna en la que se desarrolla la acción se presenta como un trasunto de la Isla Calavera.

Ahora, “La Isla Calavera” nos brinda la oportunidad de retornar a ese mítico enclave, en una aventura que promete dar la necesaria vuelta de tuerca al personaje antes de un nuevo “crossover” con Godzilla. Mientras esperamos el estreno, en todo caso, bien podemos ir abriendo boca revisando las anteriores incursiones a la isla, recuperando algunos de los cómics sobre King Kong o sumergiéndonos en “Charlie Marlow y la rata gigante de Sumatra”, libro de la serie sherlockiana de Alberto López-Aroca que, efectivamente, se sitúa en una extraña isla al oeste de Sumatra, que no figura en los mapas y está oculta tras la niebla, y cuyos acantilados dibujan formas macabras, que está poblada por fascinantes y aterradoras criaturas.