Opinión | En territorio comanche

La opinión del día sobre el Sporting: Las finales llegan a El Molinón

Habrá que ver si los responsables de la pizarra sportinguista, los expertos en estadística, big data y asimilados, dan con la tecla del balón parado en los partidos que restan

La plantilla del Sporting durante un entrenamiento en Mareo

La plantilla del Sporting durante un entrenamiento en Mareo / Marcos León

Llegan las finales. La primera será en El Molinón. Hay que entrar en modo NBA: lo hecho en la Liga regular ya no vale. Toca cambio de registro en el discurso de los protagonistas. Con solo quince puntos por delante, no queda otra que cada uno asuma lo que hay. En el caso del Sporting esto es sobrevivir con los menos rasguños posibles a su mala relación con el gol y llegar con oxígeno al play-off para hacer valer en las eliminatorias su recuperada fortaleza defensiva.

Cinco partidos, que pueden ser nueve, en los que habrá que ver si los responsables de la pizarra sportinguista, los expertos en estadística, big data y asimilados, dan con la tecla del balón parado. Ahora el problema pasa por el escaso jugo que los de Gallego le sacan a los córneres, faltas laterales y todo ese fútbol de laboratorio. Sea lo que sea, el resultado es que el segundo artillero del Sporting solo lleva tres goles y hay que hacer mucho esfuerzo para recordar quién, cómo y dónde marcó por última vez para los intereses de los gijoneses.

Ahora el problema es el escaso jugo que los de Gallego le sacan al fútbol de laboratorio. El resultado es que el segundo artillero del Sporting solo lleva tres goles y hay que hacer mucho esfuerzo para recordar quién, cómo y dónde marcó por última vez

Ahora no vale mirar hacia el techo y silbar tangos: esto ya se sabía a principios de temporada cuando, por cierto, tampoco se contaba con que Djuka fuera a disputarle el “Pichichi” a RDT, de baja por el covid. Pero en esta categoría, en este fútbol, no hay mayor pérdida de tiempo que hacer las cuentas de la lechera a golpe de calendario y estadísticas. Casi igual de peligroso que fiarlo todo a las sensaciones.

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