Una de las dudas más habituales que surge a la hora de cocinar es en cuántas ocasiones se puede utilizar el aceite de freír antes de desecharlo definitivamente. Esta pregunta no tiene una respuesta exacta, sino que son varios los factores a tener en cuenta a la hora de emplearlo o no.

Aceite de oliva o de girasol

Para empezar, no es lo mismo usar aceite de girasol que aceite de oliva. En el caso del primero, este genera una mayor cantidad de aldehídos tóxicos al calentarse, por lo que no debe emplearse más de dos o tres veces.

Por su parte, el aceite de oliva ofrece una mayor consistencia frente al aumento de la temperatura, lo que permite una mejor reutilización del mismo. Esto hace posible su empleo en cuatro o cinco ocasiones, pero hay que ser conscientes de que cada vez que se calienta el aceite se altera su composición y se generan sustancias que pueden ser perjudiciales para la salud.

En este sentido, lo ideal es emplear aceite limpio siempre que sea posible y en el caso de optar por una nueva utilización, hay que prestar especial atención a su estado y modo de conservación.

Hacer caso a la temperatura y el color

La temperatura influye notablemente en el estado del aceite después de su utilización. Esta debe situarse entre los 160 °C y los 200 °C, ya que por encima de esta cifra el desgaste es mayor y aumentan las probabilidades de que se queme.

Si esto ocurre, es decir, si vemos salir humo de la sartén, debemos desechar el aceite ya que de esta forma se generan potencialmente toxinas que pueden ser perjudiciales.

Otro aspecto a tener en cuenta para valorar si el aceite es apto o no para un nuevo empleo es su color. Y es que este variará en función del alimento que hayamos cocinado y de la temperatura empleada, por lo que si presenta un tono oscurecido o una densidad mayor de lo habitual debe ser desechado inmediatamente.

Consejos para su correcta reutilización

A la hora de guardar el aceite después del cocinado, es importante emplear un colador lo más fino posible en lugar de verterlo directamente en un recipiente o mantenerlo en la propia sartén o freidora. Mediante este filtrado podremos eliminar los restos de comida que pueden favorecer su oxidación.

También es importante asegurarse de que el aceite no contenga agua, lo que provocaría su chisporroteo y un aceleramiento de su descomposición. Para ello, los alimentos a cocinar deben estar lo más secos posibles y no es recomendable tapar la sartén con tapas ya que favorecen la condensación del vapor.

Por último, cabe destacar que no se deben mezclar diferentes tipos de aceite, ni tampoco uno nuevo con otro usado previamente aunque proceda de la misma botella. Esto se debe a que al cocinarse se modifican sus propiedades, por lo que no es adecuado combinarlos.