Un año de mandato | El análisis

Una alcaldesa, dos gobiernos y un concejal

La expulsión de Vox del tripartito que Carmen Moriyón formó al volver a la Alcaldía ha dejado solos a Foro y al Partido Popular en un equipo al frente del Ayuntamiento que mantiene su estabilidad ante la izquierda gracias al apoyo del edil no adscrito, Oliver Suárez

Carmen Moriyón, con el bastón de mando, en el Pleno de investidura del 17 de junio del pasado año, con los concejales de Foro, Partido Popular y Vox,  detrás, aplaudiendo a la alcaldesa de Gijón. | Ángel González

Carmen Moriyón, con el bastón de mando, en el Pleno de investidura del 17 de junio del pasado año, con los concejales de Foro, Partido Popular y Vox, detrás, aplaudiendo a la alcaldesa de Gijón. | Ángel González / R. Valle

Una alcaldesa, dos gobiernos y un concejal al que muchos llaman tránsfuga. Así se cuenta en pocas palabras el primer año de la vuelta a la Alcaldía gijonesa de Carmen Moriyón. Aquella cirujana reconvertida en política que desde las filas de Foro Asturias entraba en la historia en 2011 como la primera regidora de la ciudad no salida de las filas del PSOE tras el regreso de la democracia a los ayuntamientos. Sigue siendo la única en poder presumir de ello y esta vez en un tercer mandato. Que de aquel Pleno constituyente del 17 de junio del año pasado iba a salir con el bastón de mando lo tenían claro Moriyón, su equipo y los gijoneses, aunque las elecciones, por 328 votos, las hubiera ganado el PSOE con Luis Manuel Flórez, "Floro", de candidato.

Se lo garantizaban los concejales votos del Partido Popular y los dos de Vox comprometidos en sendos pactos de gobierno que, de la que daban la Alcaldía a Foro, daban forman al primer gobierno tripartito de Gijón. Un gobierno de Foro, PP y Vox cuya formación hizo correr tantos ríos de tinta como unos meses después, en octubre, su abrupto final con un "se acabó" de la Alcaldesa en Twitter que hizo temblar los cimientos de la Casa Consistorial. Pero no hay que adelantar acontecimientos que de este año de vida municipal han salido muchos capítulos para los futuros libros de historia de Gijón.

Uno tendrá que dedicarse al PP que, por primera vez en su larga trayectoria en la Corporación gijonesa, pasaba de las filas de la oposición a las del gobierno local; tocaba poder y asumía concejalías y presidencias de empresas municipales. Para visibilizar ese poder, el Ayuntamiento de Gijón pasó a tener una vicealcaldía vía cambio reglamentario. El cargo era para la popular Ángela Pumariega. No han sido fáciles las relaciones internas entre estos dos socios de gobierno. Más que en el fondo de los asuntos –donde había quedado claro desde el minuto uno que cada cual era responsable de sus concejalías y procuraba evitar meterse en las del otro– en las formas del trato de su día a día. De hecho, el PP se plantaba en una Junta de Gobierno del pasado noviembre negándose a aprobar un ajuste de plantilla donde solo veían crecer los recursos de las concejalías de Foro. Haber tenido que aprobar los presupuestos un día antes sin que la concejalía forista de Hacienda les hubiera avanzado la documentación antes que a la oposición tampoco había ayudado mucho a sentirse partícipes.

Pero esa bronca sofocada en una reunión política en el Hotel Moderne fue nada comparada con la que, no mucho antes, había generado la decisión de Moriyón de expulsar a Vox del gobierno. Una decisión en la que el PP se puso de perfil. Hay que recordar que nunca hubo un pacto de gobierno a tres. El PP firmó su documento con Foro y luego Foro el suyo con Vox. El tripartito formado en junio se reconvertía en bipartito en octubre sin mirar atrás. Y eso que los tres juntos se habían dado prisa en cumplir parte de sus compromisos con los electores: desde eliminar la ordenanza de movilidad a recuperar la feria taurina de Begoña pasando por dejar para el recuerdo el "cascayu" del Muro.

Unas declaraciones sobre el Festival Internacional de Cine (FICX) de Sara Álvarez Rouco en su condición de concejala de Festejos anunciando cambios desencadenaron la decisión de Moriyón que ya había dado muestras previas de que no iba a esforzarse ni lo más mínimo por cumplir las exigencias de Vox en materia de igualdad y asturiano, por ejemplo. Que Foro en su pacto con Vox les hubiera dado a los de Santiago Abascal protagonismo en ambos asuntos hizo salir a la calle a varios colectivos. Aunque una cosa fue lo firmado y otra lo hecho. "Moriyón nos ha utilizado, solo deseaba a Vox para la investidura", clamaba Álvarez Rouco recién expulsada del gobierno de Gijón.

¿Sin Vox perdía Moriyón esa mayoría que le estaba haciendo tan fácil gobernar sin las cesiones a izquierda y derecha que había tenido que hacer en su anterior etapa en la Alcaldía? Puede que sí si se hubiera ido todo Vox, pero no fue así. Moriyón no perdió su mayoría. Fue Vox quien, además del gobierno, perdía en la refriega un concejal de los dos que le habían dado las urnas. Bajo las siglas ya de un Vox en la oposición pasaba a quedar sola Sara Álvarez Rouco. Tras unos días de silencio y un llamamiento público al diálogo y la responsabilidad de todas las partes, Oliver Suárez le daba el portazo a su organización política. Se convertía en concejal no adscrito según la ley, concejal tránsfuga, según la izquierda, ese "hombre desleal y sin principios", según su excompañera de partido y "ese señor del que usted me habla", según la nueva terminología política.

Se le llame como se le llame, Suárez ha pasado a tener un nivel de protagonismo en la vida municipal gijonesa que nadie le apuntaba al inicio del mandato. No solo forma parte de la estructura de gobierno como presidente de la empresa municipal Divertia. Es que su voto en el Pleno –por el momento siempre alineado con Foro y PP– es pieza fundamental. Solo hubo que esperar a la votación del primer presupuesto del mandato para comprobarlo. Nueve votos de Foro más cinco del PP más el de Suárez fueron los 14 síes que bloquearon los 13 noes que suman los nueve ediles del PSOE, junto a las concejalas de Vox y Podemos y los dos de IU. Un voto que garantizaba un presupuesto consolidado para 2024 de 408 millones, el mayor de la historia. Un voto que garantiza estabilidad a la Alcaldía y su bipartito. Para Moriyón esa es la clave. "¿El algo tan grave garantizar la estabilidad de Gijón con un edil legítimo?" le preguntaba a PSOE, IU y Podemos en el debate plenario forzado por los tres partidos de la izquierda para exigir responsabilidades por gobernar con un tránsfuga.

La actitud de Vox con el FICX causó un «se acabó» de la Alcaldesa, que dejó el gobierno en cosa de dos

La respuesta es distinta según a quien se le pregunte. En todo caso, aunque nadie pierda ocasión de incorporar la palabra tránsfuga a una frase, la marejada que conllevó la expulsión de Vox y la reordenación de las fuerzas de gobierno y oposición hace tiempo que quedó en su segundo lugar. El paso de los meses ha llevado a los políticos locales a poner en el foco en otros asuntos: el impulso al proyecto de recuperación de la costa oeste con Naval Azul, el inesperado fin del vial de Jove soterrado, el desarrollo de los proyectos avalados con fondos europeos o el ir y venir de las aspiraciones de Gijón a ser sede del Mundial de fútbol. Mucha tela que cortar. Y solo ha sido el primer año. El tripartito no alcanzó a soplar esta primera vela. Falta ver si el bipartito sopla las dos, tres y cuatro velas que le quedan al mandato. Ambas partes trabajan para que así sea.

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