Opinión

La autenticidad del Sudario de Oviedo

Un estudio realizado con la metodología de las ciencias experimentales

Ángel Jiménez Lacave es Oncólogo  

En mis conversaciones con diferentes personas, al hablar del Sudario de Oviedo he observado que hay una gran confusión: no se sabe si se trata de pañuelo grande, como los que utilizaban los judíos en los primeros siglos, o una mortaja, ya que en español una de las acepciones de sudario es mortaja (traje, o en este caso paño, que se utiliza para cubrir un cadáver). Por sus dimensiones (83x53 cm.), por su historia y por las investigaciones llevadas a cabo, el Sudario de Oviedo no es una mortaja. Por el contrario, la denominada Sábana Santa de Turín (síndone), tanto por sus dimensiones, como por los signos que presenta, sí que es una mortaja, la que supuestamente cubrió el cadáver de Jesucristo al depositarlo en el sepulcro (Juan 20,3).

Se sabe por datos históricos que el Sudario ha permanecido en la catedral de Oviedo durante más de nueve siglos con el nombre de "Sudarium Domini", pero no se sabía qué era, e incluso algunos afirman que se trata de una falsificación del siglo VIII. Dada la importancia de esta reliquia, por lo que el mismo nombre sugiere, Sudario del Señor, el Centro Español de Sindonología, con la autorización del Cabildo de la catedral creó en 1989 un grupo de investigación, impulsado por D. Guillermo Heras Moreno, para estudiar el Sudario con la metodología propia de las ciencias experimentales.

El primer paso en la investigación fue someter a un análisis microscópico una muestra milimétrica del Sudario. Este primer estudio se llevó a cabo en Oviedo. El médico que la analizó observó la presencia de unos corpúsculos similares a los glóbulos rojos (hematíes), por lo que recomendó continuar la investigación del Sudario en algún instituto forense con más medios y con experiencia en ese tipo de exámenes.

Un curso que se celebrará en Oviedo en mayo planteará la tesis, desde el punto de vista forense y criminológico, de la posible causa de la muerte, si la tela cubrió la cara de un reo

Fue el catedrático de Medicina Legal, Dr. Delfín Villalaín, de la Universidad Complutense de Madrid, quien sometió la muestra del sudario a seis reactivos, según consta en la página 140 del libro de Actas del I Congreso Internacional del Sudario de Oviedo y confirmó, sin ninguna duda, que las manchas eran de sangre. A continuación utilizó las técnicas de "tipaje" y aplicó reactivos específicos de inmunoglobulinas humanas y comprobó que se trataba de sangre humana del tipo AB (p. 141 del libro de Actas).

El ingeniero químico D. Felipe Montero Ortego, experto en microscopía electrónica de barrido (MEB), estaba interesado, como el resto del grupo de investigación, en el estudio del polen existente en el Sudario. En aquellos años se creía que el polen depositado en un objeto, sobre todo textil, registraba fielmente el itinerario seguido por dicho objeto. Pero en el proceso seguido por F. Montero en el estudio del polen del Sudario ocurrió un fenómeno conocido en el campo de la investigación como serendipia (descubrimiento fortuito y valioso). Ocurrió de la siguiente manera.

Al examinar las partículas conseguidas por aspiración de la superficie del Sudario al microscopio óptico, F Montero observó unas estructuras blanquecinas en forma de racimo. Para poder observarlas mejor, ya que no parecía polen, las sometió a una examen por MEB y observó lo que aparece en la figura A: un conglomerado unido a hematíes. Al no saber de qué se trataba esas estructuras, envió la muestra a otro investigador del grupo experto en cromatografía y espectrometría de masas. Dos años más tarde recibió una llamada con la sorpresa: se trataba de una mezcla de áloe y estoraque (un tipo de mirra). Si se trata de una falsificación es evidente que el falsificador o los falsificadores del Sudario fueron muy precavidos al rociar con sangre humana el lienzo y luego añadir una mezcla de mirra y áloe para que coincidiera con lo que cuenta un testigo de la crucifixión: "... Nicodemo vino también trayendo una mezcla de mirra y áloe, como de cien libras" (Juan 19,39). Además, el lienzo es de lino hilado con torsión en Z, un género comúnmente utilizado en las provincias del imperio romano (ver libro de Actas).

Asimismo, los supuestos falsificadores no derramaron la sangre de cualquier manera. Según el profesor Sánchez Hermosilla, forense – y anteriormente el D. Villalaín– al analizar la manchas observaron que eran simétricas, que presentan diferentes coloraciones por ser un líquido serohemático, y por su coloración y formas es poco probable que surgieran por azar. Sánchez Hermosilla impartirá una ponencia en un curso que se celebrará en Oviedo los días 23 y 24 de mayo en el que planteará la tesis, desde el punto de vista forense y criminológico, de la posible causa de la muerte, si el Sudario cubrió la cara de un reo.

Los falsificadores, si alguna vez existieron, no tuvieron en cuenta que con el transcurso del tiempo se podría descubrir un método para datar los objetos antiguos: el carbono 14 (C-14). Supongo que muchas personas tienen la idea, como yo la tuve, de que la prueba del C-14 es capaz de detectar la antigüedad exacta de un objeto. Pero no es así, lo que analiza la prueba del C-14 es la totalidad del C-14 que contiene la muestra, independientemente de que proceda del lino, en nuestro caso, o de otros elementos que con el tiempo se van depositando en las fibras de lino.

El primer investigador que estudió los elementos que se fueron depositando en el Sudario fue F. Montero. En su libro "El Sudario de Oviedo", muestra que esos elementos son fundamentalmente contaminantes ambientales de combustión y una película orgánica causada por hongos, bacterias y sus detritus. En la revista de la Sociedad Española de Mineralogía del año 2017 se publicó un estudio firmado por Jesús García Iglesias, Rodrigo Álvarez y Almudena Ordóñez, profesores de la Escuela de Minas de Oviedo, en el que confirman que la película orgánica que da un aspecto negruzco a las fibras de lino se debe a una costra originada por la biodegradación causada por microorganismos: Figura B (conseguida por microscopia electrónica de barrido), y que confirma las observaciones de F. Montero.

Según estas investigaciones, el material orgánico adherido a las fibras de lino rejuvenecen la datación. Es decir, al tener el Sudario un C-14 más joven que el C-14 del lino, el resultado de la prueba del carbono C-14 nos da una fecha mas reciente que la antigüedad del Sudario. Si se sigue confirmando estos hallazgos se podría asegurar que el Sudario de Oviedo es anterior al año 670 (S VII) –última datación con el C-14)– y, por lo tanto, se demostraría que no es una falsificación del siglo VIII como mantienen algunos, por ser anterior. Y, por otra parte, estas investigaciones serían de gran ayuda para valorar con mayor rigor científico la datación de la síndone de Turín.

Nota: Los datos de investigación que aparecen en este escrito han sido aportados por los investigadores que se citan en él.

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