Opinión
Un calentón puede gripar el motor
Pedro Sánchez ha venido representando el fin del felipismo y el regreso del PSOE a su tradición de izquierda, en los planos social y territorial (por ese orden). Por eso el centro derecha, incluido el centrismo de su partido, lo odia tanto. Felipe González, hace 45 años, construyó su poder personal en el PSOE, y su credibilidad en el centro, en una jugada de ida y vuelta, a cuyo primer movimiento se correspondería el actual. Ya sé que no es lo mismo, pero por si Sánchez fuese un verdadero enterrador del felipismo, y se fuera, el PSOE haría bien en conjugar llantos y ruegos con la búsqueda de una alternativa capaz de dar continuidad a la mayoría parlamentaria que hoy sustenta al Gobierno, que sigue ahí. ¿Incluso con él en la Secretaría General de ese partido, en una bicefalia también postfelipista? Lo peor para un país en bonanza económica sería un periodo de inestabilidad.
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