Es lógico, necesario, y obligatorio, que la radio y televisión pública lleve a su parrilla la celebración del 200 aniversario de la inauguración del Museo del Prado, y por eso fue salpicándola con reportajes desde la pinacoteca nacional - el Telediario entró al taller, se hicieron entradillas con Las Meninas de fondo - o La 2 emitió un magnífico Historia de nuestro cine desde el museo - Elena Sánchez es la presentadora - con la película de Alberto Porlán Las cajas españolas, emocionante reconstrucción de la salvación de los tesoros del Prado durante la guerra civil, sacadas por el gobierno republicano - chusco, zafio y mentiroso, el franquismo dijo que los rojos habían robado el patrimonio - para protegerlas.

Además, Ramón Gener, con su frescura, presenta la serie 200, otra forma de ver las pinturas. Pero lo que no es tan frecuente, ni esperable, era que una televisión generalista, privada, se atreviera, sí, se atreva, a emitir un programa especial en hora de máxima audiencia dedicado a uno de los museos más importantes del mundo. Lo hizo el martes La Sexta, y lo hizo con Prado abierto, un recorrido no tanto por las obras del museo como por el trabajo que menos se ve, el equipo de vigilantes, copistas, técnicos de reflectografía infrarroja, o brigada de movimientos de obras de arte. Es emocionante escuchar el amor con el que habla María Antonia López, restauradora, al ver "a mi niño" de nuevo colgado en la pared después de pasar por reparación. O cómo se hace el traslado de obras cedidas, por ejemplo un retrato de Lorenzo Lotto desde Venecia a Madrid. Prado abierto no obtuvo audiencias de infarto, y por eso mismo se agradece aún más el gesto.