En uno de esos memes que tanto proliferan en las redes durante estos días de pandemia se dice a cuenta del coronavirus que "esto te lo arreglaba el doctor House en un capítulo". Hugh Laurie, el actor que alcanzara la fama interpretando al médico más borde de la historia de la televisión, tiene nueva serie y se enfrenta a una situación catastrófica de otro tipo. No sólo va a ser incapaz de resolverla en un capítulo, sino que cuanto más lejos esté de quienes gestionan la solución de la crisis, mejor. Avenue 5 es su último trabajo y su primera temporada ya está al completo en HBO tras haberse colgado un nuevo episodio semana a semana. La serie está ambientada en un futuro no muy lejano, en el que los cruceros espaciales son una realidad.

El nombre que le da título es una de estas naves cargadas de turistas que, por culpa de un accidente, se desvía de su rumbo y debe encontrar la manera de volver a la Tierra antes de los tres años que duraría el viaje en caso de mantenerse su ruta actual. Laurie no es el héroe de la historia, ni tampoco podemos considerar como tales a su tripulación. Su personaje ha sido puesto como capitán del crucero a manera de figura decorativa, pero no tiene ninguna dote para el mando. Es un florero, un relaciones públicas que tiene que levantar la moral del pasaje, mientras el trabajo de verdad lo hacen otros.

A pesar de estar ambientada en el espacio, que nadie se espere nada tipo Star Wars o Star Trek. Avenue 5 es una parodia del cine de catástrofes. Lo que parecía que iba a ser algo tipo Vacaciones en el mar, pero a través del Sistema Solar, se transforma en un desastre tipo La aventura del Poseidón o un Titanic en potencia. El problema está en que quienes deben poner todos los esfuerzos para que los pasajeros vuelvan sanos a casa y lo antes posible, son casi tan inútiles como los asesores de Veep. La alusión a esta serie que parodiaba los entresijos de la Casa Blanca no es gratuita, ya que Avenue 5 es el nuevo trabajo de su creador, Armando Iannucci. De hecho Hugh Laurie era uno de los protagonistas de aquella parodia política, a la que se incorporó como vicepresidente de la administración liderada por la presidenta Selina Meyer (Julia Louis-Dreyfus) y con la que entabló una especial relación de amor-odio. Con Avenue 5, el actor vuelve a reirse de sí mismo, encarnando a un capitán que perfectamente podría haber estado al mando del Costa Concordia, aquel barco naufragado frente a la costa italiana en 2012 en un siniestro en el que murieron 32 personas.

Límites del humor

Al no estar basada en ninguna catástrofe real, Avenue 5 se permite ir un poco más allá en los límites del humor. Eso de estar ambientado en un futuro imaginario da ciertas libertades creativas para recurrir a la comedia más negra. Cuando ocurrieron los atentados de las Torres Gemelas aquel fatídico 11-S o en los momentos más cruentos de los conflictos bélicos de Afganistán e Irak, mostrar imágenes de los féretros de los fallecidos se convirtió en un tema tabú para la prensa por aquello de no hundir la moral de la nación. Una máxima que los responsables de la serie se saltan a la torera. Si no queríais chocolate, ahí van dos tazas. Quien haya visto la serie entenderá el comentario y al que no, no le vamos a chafar el gag con spoilers. Avenue 5 hace suya la máxima de cuanto peor mejor y consigue momentos hilarantes durante su primera mitad. Luego la intensidad baja un poco, por lo que habrá que ver qué se han reservado los guionistas para una segunda temporada.

A lo largo de los episodios se nos van presentando y enriqueciendo los personajes secundarios, que siempre son imprescindibles para una buena serie. Entre ellos, el megalómano dueño de la empresa de cruceros interpretado por Josh Gad y que se encuentra atrapado en la nave junto al resto de pasajeros. Su plan es huir él solo y dejar al resto en la estacada. O el veterano astronauta plasta muy aficionado a contar sus batallitas y encarnado por Ethan Philips. Por cierto que este actor ya formó parte de otra nave perdida en el espacio en Star Trek Voyager. ¿Es algún tipo de referencia metatelevisiva? O ese matrimonio en crisis que se embarca en el viaje y ante la perspectiva de tener que soportarse durante tres años de viaje, se enfrentan a la evidencia de que se odian de manera irreconciliable. O esa señora madura con aire de usted-no-sabe-conquién-está-hablando que se autoproclama portavoz de los pasajeros. O, y éste tarda en salir, el humorista de la nave, que siempre está deprimido y al que el recordatorio constante de la muerte arruina sus actuaciones.

Puede que la serie no esté a la altura de Veep, pero es una notable comedia en la que se nota el buen hacer y el sentido del humor de sus autores. Ha tenido la mala suerte de tener que competir con la sombra de un precedente que dejó el listón muy alto. Sería una suerte que Julia Louis-Dreyfus se restableciera de sus problemas de salud y se incorporara a la serie con su antiguo compañero de reparto.