Se equivocó la paloma, decía el poema de Rafael Alberti, que tan mal leía su propia obra -aquel tonillo cursi, aquella vocecita de poeta de tardes de florilegio de señoras sensibles que leen poesías al atardecer, en fin-. Se equivocó Paolo Vasile, y lo hizo a lo grande, sin matices, sin opciones, creyendo ir al sur cuando en realidad iba al norte. Hay cosas, como las rosas de Juan Ramón Jiménez, que no se deberían de tocar porque ya son perfectas, y cualquier cambio las estropearía.

Le pasó a Pasapalabra. Vasile tocó el programa y la cagó, perdonen este arrebato tan prosaico en pieza tan elevada. Digo todo esto porque el capo de Telecinco creyó tener la fórmula para catapultar a la chuchurrida franja de su parrilla que coincidía con el cañón que maneja en Antena 3 el discreto pero infalible Jorge Fernández pensando que Pasapalabra se tragaría vivo a La ruleta de la suerte, que hasta entonces competía con un agonizante Cámbiame, tontuna grande.

Y se perdió. El programa de Christian Gálvez no era plato de consumo para audiencia que consume marranadas. Viendo Vasile que se le iba la mañana, que incluso el folletín de Pedro Piqueras empezaba a naufragar, tragado por las Noticiasde Antena 3, intentó corregir el rumbo y volvió a colocar Pasaplabra en su sitio y hora. Tarde. El divertido e interesante ¡Boom! de Juanra Bonet en Antena 3 se alza a diario como líder a esa hora.

Desde el lunes, con los pelos como escarpias, Pasapalabra ha comenzado la ofensiva cambiando gráficos, plató, y aumentando en tres las pruebas. Cuando empezó ¡Boom! lo hizo con la humildad del primerizo pero con la determinación del convencido. Llevaba razón. Pasapalabra es un gigante, pero hasta ellos tienen barro en los pies. Cuidadín.