Con un lenguaje suelto, fresco, lleno de expresiones cotidianas y testiculares del tipo me la suda, me toca los cojones, una polla, y derivados, dichas con acierto, sin sensación de ser ni maleducado ni altanero, sino todo lo contrario, Guillermo Bárcenas, hijo de, se sentó el domingo junto a Risto Mejide en 'Chester', una de las ofertas más potables que todavía emite Cuatro a pesar de ser un formato que produce La fábrica de la tele, como saben, factoría que sirve a Mediaset todo tipo de porquería catódica.

Llegué como casi siempre a Cuatro, por casualidad. Ni me acordaba de Chester. Pero empecé a ver y sobre todo a escuchar a este chico, cantante, componente del grupo Taburete -dicen los que entienden que hace pop rock con toques de música indie, y que llena salas donde actúa y dejé para verlo en la web de La Sexta el Salvados sobre las temporeras. Vuelvo a Chester y al treintañero Willy Bárcenas.

Dijo cosas muy, muy interesantes y que tienen que ver con «los papeles de Bácenas», que sí, que los reconoció como reales en cuanto vio la letra de su padre, que sabía que tenían los teléfonos pinchados, que no entiende cómo el PP no reconoció la existencia de los sobresueldos, de su corrupción, que augura y desea que algún día se sabrá todo y caerá más de uno, y que el cambio de criterio en la defensa se debió a que se dieron cuenta de que el Partido Popular empezó a darle la espalda a su padre, es decir, que lo dejaron caer. Y ahí entra el episodio del secuestro que sufre él mismo y su madre cuando alguien, ¿pagado por el gobierno de Rajoy?, entró en su casa para llevarse información comprometida. De verdad que, al margen de otras consideraciones, el relato de este joven es cautivador. Véanlo.