El arrollador éxito de taquilla de Adú, la película de Mediaset protagonizada por Luis Tosar y Anna Castillo, tiene su relevancia. Es reseñable que los impulsores del que podemos denominar como nuevo "cine de barrio del siglo XXI" (en feliz expresión prestada de Augusto González Braña), el duopolio televisivo que fomenta ese tipo de comedias trazadas con escuadra y cartabón, de cuando en cuando, se salgan de los cauces trillados, y acometan un proyecto como este al que ha hincado el diente Salvador Calvo, que tras quedar fascinado en Los últimos de Filipinas con una historia que le contaron, decidió ponerla en imágenes.

Lo interesante, y si me permiten, hasta inaudito, es que Adú liderase el ranking de taquilla desde el mismo día de su estreno, colocándose por delante de los productos hollywoodienses nada menos que en plena semana de los Oscar. Lo que demuestra la capacidad con que cuentan Mediaset y Atresmedia, tanto monta, monta tanto, para impulsar los productos en los que deciden invertir.

Qué diferente habría sido el destino de Adú, el mismo Adú, sin quitarle ni ponerle nada a su guion ni a su casting, de haber nacido fruto de la participación de TVE o solamente de alguna televisión autonómica. Como tantas otras, habría pasado inadvertida en la cartelera, y caída de la misma a la segunda o tercera semana. Así las cosas, no estaría de más reflexionar hasta qué punto hoy serían posibles películas como La buena estrella, Te doy mis ojos o Amantes. Producciones medianas, ni grandes ni pequeñas. Y caso de haber existido, tal y como todavía salen de vez en cuando títulos de Fernando León, Cesc Gay o Isabel Coixet, qué recorrido habrían tenido sin el apoyo mediático del duopolio televisivo.

Aunque tal vez este debate sea obsoleto, y las que empiecen a mandar a partir de ahora sean las plataformas.