El primer episodio de la décima temporada de The Walking Dead ha tenido el índice de audiencia más bajo desde el arranque de la serie. Cuatro millones de espectadores. Muy lejos de los tiempos de esplendor de esta ficción con los más de 17 millones que tuvo el debut de la quinta temporada. Parece mentira pero, hasta no hace mucho, éste era uno de los grandes momentos de la temporada televisiva. Y eso que la serie ha intentando estos dos últimos años poner toda la carne en el asador y reconciliarse con su público perdido, pero de momento éste no ha respondido como se esperaba. Los espectadores se debaten entre darle o no una nueva oportunidad, o si acaso reengancharse cuando la cuelguen de golpe en alguna plataforma de pago. Nos prometen que ahora sí, que la serie vuelve a molar, pero no sabemos cuándo se marcaran uno de esos episodios torros que nos hagan volver a abandonarla y que antes sí perdonábamos. Tampoco hay que llevarse engaños porque, a pesar de los pesares, sigue siendo una de las más vistas en la televisión por cable.

La décima entrega arranca con una escena tan atípica en el género zombi como es la caída de un antiguo satélite a la Tierra, ya que, como la civilización se ha ido al carajo, no hay nadie para mantenerlo. En medio, tenemos escenas en las que nos ponemos al día sobre cómo les ha ido a los protagonistas desde el final de la temporada anterior y qué les puede deparar ésta, asistiendo a la caída de los desechos espaciales desde distintos puntos de vista. Entre ellos, vemos el nuevo papel del antiguamente temido Negan (Jeffrey Dean Morgan) trabajando en un huerto de tomates y de donde todos damos por sentado que no pasará demasiado tiempo. Por si alguien lo dudaba, los restos espaciales impactan sobre los bosques de Atlanta donde habitualmente se mueven los personajes de la serie, provocando un incendio forestal que obliga a los protagonistas a tratar de extinguirlo. Una intervención trepidante en la que son atacados por otra horda zombi y también se exponen a cruzar la frontera que les impusieron los Susurradores al final de la temporada anterior. El capítulo se dedica a poner las bases para prepararnos ante el enfrentamiento con los nuevos enemigos, evitando ser uno de esos episodios de relleno. Matar zombies se ha convertido en algo tan rutinario como sacar la basura o fregar la casa y sólo la llegada de un gran villano nos puede salvar del tedio.

No hace mucho que los muertos vivientes y los dragones de Juego de Tronos eran los reyes de la televisión y sus nuevos episodios siempre eclipsaban al resto de los estrenos. De las intrigas en los siete reinos nos despedimos este verano, mientras que The Walking Dead se resiste a marcharse. Los productores siguen embarcados en hacer más spin offs y expandir el universo zombi creado por Robert Kirkman, a pesar del desplome de las audiencias. El principal problema es que se han ido casi todos los personajes con los que debutó la serie y cada vez te acuerdas menos de quiénes son los nuevos y de dónde salieron. Por eso, en ese intento de reconciliarse con el público, la serie se ha visto abocada a jugar una de las cartas que aún tenía escondida bajo la manga, explorar el romance entre Daryl (Norman Reedus) y Carol (Melissa McBride). Era algo que muchos estaban esperando prácticamente desde la primera temporada. Dos personas totalmente diferentes en sus vidas anteriores al apocalipsis que, en medio de la desolación, logran conectar. La que fue un ama de casa víctima de malos tratos y el que empezó siendo un tío duro tirando a malote pero con su lado sensible. Todo hasta que llegó Ezequiel (Khary Payton), personaje que, para mi, simboliza el inicio del declive de la serie y que interrumpió la posibilidad de que lo de Carol y Daryl llegara a alguna parte.

Desde que Angela Kang se hizo con las riendas de la serie, se nota un interés por tratar de recuperar el interés de los espectadores perdidos. Pero de poca ayuda le fue el que había sido el protagonista, Andrew Lincoln como Rick Grimes, decidiera marcharse por cuestiones personales, aunque dejando la puerta abierta para un posible regreso. La solución fue chapucera y ni siquiera el estimulante arranque de la saga de los Susurradores ha logrado quitar aún ese amargo sabor. Para terminar de rematarlo todo, resulta que este año también nos despediremos de Michonne (Danai Gurira). La actriz deja al personaje de las rastas y la catana que la encumbró a la fama para centrarse en su carrera cinematográfica. Para compensar tantos sinsabores, la serie ha conseguido que el personaje de Maggie (Lauren Cohan) vuelva a ser una de sus grandes reincorporaciones para la undécima temporada el año que viene. La actriz se marchó dando un portazo y sin que los guionistas hubieran podido dar con alguna salida para su personaje, salvo ese manido recurso de que se ha ido a otro sitio.

Antes del regreso de la décima temporada de The Walking Dead, finalizó sin pena ni gloria la quinta entega de su spin off (Fear the Walking Dead). Tengo que confesar que me olvidé de esta serie en algún momento a mediados de la cuarta temporada y, por lo que he leído, parece que los despropósitos que se cometieron entonces han seguido yendo de mal en peor, con el recurso de matar gratuitamente a personajes principales. No sería de extrañar quefuera una de las primeras en desaparecer, aunque parece que está renovada para una sexta entrega.

En algún momento del año que viene llegará la tercera serie de la franquicia zombie, que aún no tiene título definitivo. Se ambientará diez años en el futuro respecto a lo que estamos viendo ahora, para mostrarnos un mundo donde la humanidad vive protegida de los muertos vivientes en ciudades totalmente cerradas. Un grupo de adolescentes decidirá salir de esa burbuja de cristal en la que han estado a salvo para explorar cómo es el mundo ahí fuera. La verdad es que esto del concepto de las ciudades donde se ha logrado una vida muy parecida a cómo era todo antes del apocalipsis es algo muy parecido a lo que vamos a ver en las películas protagonizadas por Rick Grimes y que se pretenden estrenar en la gran pantalla. Al contrario que la película secuela de Breaking Bad, protagonizada por Jesse Pinkman (Aaron Paul) y que llegar este viernes a Netflix. Con tantos proyectos en marcha, parece que a alguien se le ha olvidado que Robert Kirkman decidió este verano poner punto y final a los cómics en los que se inspiró esta serie.