Carlos del Amor es un comunicador quese ha ganado a pulso un lugar preferente en el área de Cultura. Sus piezas, siempre originales, han merecido premios, la atención de los espectadores, y no pocos textos de un servidor. Durante quince semanas, el periodista se ha ocupado de presentar 'Atención obras' mientras Cayetana Guillén Cuervo grababa los episodios de 'El Ministerio del Tiempo'.

He aguardado a que finalizase esta etapa para contarles lo que relato a continuación. Mientras en sus piezas breves, brevísimas, los textos funcionaron como un mecanismo de relojería, al descubrir al entrevistador observamos cómo a cada pregunta, a cada apostilla, Carlos del Amor repitió de una forma mecánica, en forma de eco, en forma de tic, las palabras que empleaba.

Y ojo, que esto no tiene nada que ver con la tartamudez, ni con ningún defecto. Hablo de un estilo, de un modo de hacer. Que señalo porque me llamó la atención. Hagan la prueba si quieren y repasen cualquiera de las quince conversaciones. Desde la primera a la última están impregnadas por esta fórmula. Hasta la despedida de la última de ellas, con Gracia Querejeta, y hablo de memoria, cuando el presentador dijo: "Lo he pasado de miedo charlando, charlando contigo".

Carlos del Amor es una persona de trato exquisito. Tuve la suerte de comprobarlo durante muchos años en el Festival de San Sebastián, nuestro nexo de unión desde que él se integró en la redacción de Cultura de la pública. Encima, tiene la virtud de recordar siempre que puede sus orígenes murcianos, como ha quedado patente en estas quince ediciones de 'Atención obras'.

He recordado este eco porque me distrajo en más de una ocasión. Pero nada más lejos que señalarle. Quien esté libre de culpa, ya se sabe.