A ver, Rosa María, a ver si nos centramos. Venga, Rosa María Mateo, mujer cabal, cabeza amueblada con maderas caras, administradora única de RTVE, algo ha pasado que no entendemos ni poco ni mucho.

Digamos que dentro de la casa, de TVE, de la gente que se lo curra delante, detrás, al lado y en los rincones de ese medio público atacado sin piedad durante la anterior etapa por una dirección política cuyo única razón era el apoyo al Gobierno de Mariano Rajoy y al PP que lo sujetaba, se vio con buenos ojos tu decisión de quitar de en medio a José Antonio Álvarez Gundín como director de informativos porque alguna responsabilidad tendría en la descarada manipulación y falta de pluralidad de los mismos, así que, digo, se vio con buenos ojos, con buenísimos, el nombramiento en su lugar de Begoña Alegría ,saludada por los colegas con palmas y parabienes-contaremos la verdad al margen de cualquier otro interés, dijo a modo de saludo a la redacción de informativos-.

Pero hija, por dios, musa de aquellos años, lectora del mítico discurso en defensa de las libertades y la democracia después del intento de golpe de estado del 1981, Rosa María, a ver, qué ha pasado, qué efecto perverso tiene el aire del despacho, cómo ha sido eso, ¿lo has decidido tú solita o te han puesto navajas de plata en tu escultural pescuezo? ¿Es normal que dejes como director de TVE a, atención, Eladio Jareño, el que había, el que ha hecho de la tele pública un lupanar sin crédito, el que ha mantenido programas grotescos como el de Javier Cárdenas y el que bendijo la manipulación y dio alas a la censura. Ni CCOO ni el colectivo Mujeres RTVE lo entienden. Servidor, tampoco.