No es el libro de Rajoy ni se venderá por millares, pero qué más da. Lo firma Rosa María Sardá. Son sus memorias, escritas hace treinta años y guardadas en un cajón desde entonces (Un incidente sin importancia) y su promoción sirvió como excusa para que asistiésemos a uno de los momentos televisivos más especiales del año que caduca.

Fue un lujo asistir durante media hora a una conversación entre los hermanos Xavier y Rosa María Sardá, si bien hay que decir que ella estaba prevenida y un tanto forzada. Primero, porque en ningún momento se quiso quitar las gafas de sol con las que se siente protegida. Y segundo, porque durante la mayor parte de la conversación se mantuvo de brazos cruzados, evidenciando que estaba allí porque las circunstancias así lo exigían, pero no demasiado cómoda.

En cualquier caso fue caviar para los espectadores. Todo lo que se dijo y cómo se dijo, los textos y los subtextos, Televisión en estado puro. De esa que evidencia el plus que tiene este medio sobre la radio, dicho sea con todo el respeto hacia el medio radiofónico, en el que si hubo un genio que la reinventó en el siglo XX, fue Sardá, y todos los que gozamos de La bisagra sabemos por qué lo digo.

Por cierto, que en la pasada Seminci se presentó Salir del ropero, protagonizada por la Sardá y la Forqué. Sardá incompareció al encuentro con los medios, aduciendo estar cansada, en palabras de Forqué. La película era muy mala. Inapropiada para un festival como el de Valladolid y para una gala como la de TVE, donde se presentó. Y ello a pesar de que su directora, Ángeles Reiné, es una profesional inteligente, curtida y más que sensata. Pero la industria tiene sus reglas. Viéndola en La Sexta Noche comprendí muy bien aquella ausencia de Rosa en Valladolid.