Hoy están arriba, pero mañana pueden estar abajo, limpiando con sus lágrimas el suelo del olvido, haciendo el doloroso camino del descenso, de las alturas del éxito y del no poder ni salir a la calle porque la gente los agobia con peticiones de autógrafos o fotos, sin importar si es el momento, si la estrella tiene un buen día, a la nada, o sea, a darse cuenta de que no eres nadie, de que nadie se acuerda de ti y casi mendigas un poco del exceso de la antigua atención. De alguna forma, aunque suavizado el mensaje por el tamiz siempre higiénico del humor, la actriz Eva Santolaria resumió en su monólogo en la gala de los Premios Feroz la situación de quienes en su día eran artistas que apenas podían salir de casa a ser arrinconadas porque nadie las llama para seguir trabajando. Se dirigió, sobre todo, al equipo de 'La casa de papel'.

Eva participó en 'Compañeros', serie juvenil que marcó la tele de finales del siglo XX y que emitió Antena 3 hasta 2001. La actriz, en la gala citada, empezó presentándose. Malo. O bueno, siguiendo el espíritu de la columna de hoy. Cualquier cretino de 'Gran Hermano' es más conocido que la actriz, que al dirigirse a los actores y actrices de la serie juvenil de éxito, 'Élite', que en marzo de este año estrenará su tercera temporada en Netflix, les advirtió con guasa, "antes de iros a otra orgía, escuchadme, soy vuestro futuro, disfrutad del hoy, haced contactos, y preparos para el fracaso". Demoledor. Pero certero.

Eva Santolaria, la real, la actriz que bajó de la montaña del brilli brilli al valle de la oscuridad, con una lucidez desconocida, y echando mano de ese olvido, aprovechando su propia historia, ha vuelto a remontar en Paquita Salas, la historia de Javier Ambrosi y Javier Calvo que también emite Netflix y que, de manera completa Lidia Sanjosé, otra olvidada de libro -'A las once en casa', 'Farmacia de guardia', o la también prehistórica '¡Ala… Dina!'- se toma con humor su propio olvido y se deja llevar por la corriente de Paquita Salas, que la ha devuelto a la orilla.

Tampoco Belinda Whashington -estrella de la tele, en series y programas que se remontan a la década de finales del XX- escapa a esta ley, y ahí está, jovial y divertida de nuevo en formatos de tirón con audiencias millonarias como 'Tu cara me suena'.

El cura Apeles

Cada cual, cada espectador puede hacer listado de esas caras que estaban y de repente no están, de actores y actrices, de presentadores que no te dejaban ni un segundo y de golpe, como llevados por un huracán invisible, dejan de entrar a casa. ¿Recuerdan, al menos los más telecinqueros de la clase, el programa que emitía Telecinco tres años después de empezar el siglo XXI para arrancar sus tardes como merece una cadena que siempre apostó por un entretenimiento sin complejos? Era 'Aquí hay tomate', presentado por Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde, dos soldados muy guerreros y muy preparados para defender con su vida la televisión basura que abría sus puertas a lo grande.

Aquella guerra a corazón abierto contra el buen gusto duró hasta 2008, pero de los guerreros sólo quedó con la cabeza en su sitio Jorjeja, que sigue frente a 'Sálvame', que ascendió un paso más en la carrera para hacer de la televisión un lugar pringoso, tóxico, vulgar y tonto.

La decadencia de Carmen es tan morrocotuda que hoy existe en la televisión madrileña en un programa cuyo nombre rememora al clásico del tomate con este nombre estúpido, 'Aquí hay madroño'. Fin de la cita. Paso página. La otra noche me llevé un chasco de los gordos. Coño, el cura Apeles. Pensé que había muerto, que había reventado, que se lo había llevado el lobo, los papas de Roma, que lo habían quemado en la hoguera, yo qué sé, que había muerto de inanición porque una vez, creo que hace años, lo vi lloriquear en un plató cutre diciendo que apenas tenía dinero para comer -otra folclórica en apuros-.

Y me olvidé de él, como España entera, y eso que el menda rigorista y del ala dogmática católica, nos daba las noches en 'Moros y cristianos', 'La noria', y formatos de tertulia a estacazos. Vamos, más famoso que Inda y sus trolas, un pringado frente a este curita de piel sonrosada, de aspecto grasiento y cerúleo de labia incendiaria. Creía que su muerte catódica era una realidad, pero hete aquí que ha sido peor verlo en el debate de esa gran perversión llamada 'La isla de las tentaciones' -¿de verdad que a la princesa Leonor le deja la reina Letizia ver esa porquería?-.

Rey del pollo

Mirando a los actores y actrices de 'Élite', en los pasados Premios Feroz, decía arriba que Eva Santolaria les pidió que la miraran porque "soy vuestro futuro, disfrutad del hoy y prepararos para el fracaso".

Tal vez, si no están al tanto de las llamadas series juveniles, no conozcan a Omar Ayuso, actor cuyo personaje es un chico homosexual de familia musulmana que ha resultado ser un bombón en la historia de amor que se trae con uno de los compis de 'Élite' -serie creada por Carlos Montero, que también parió otro bombazo juvenil como 'Física y química'-, otro joven cuya posición social, alta, no es la de Omar, baja.

El joven actor ha trepado a una fama tan superior que hasta Rosalía, tra tra, ha contado con él para su último vídeo, Juro que. Paréntesis. Veo el vídeo. No lo resisto. La voz en falsete de esta mujer, sus repulsivas uñas, su diente de oro, todo, nada de lo que representa me llega. Sigo viéndola como una choni de lujo que eleva lo chabacano a categoría estratosférica. Juro que apenas lo intentaré más a ver si. Cierro paréntesis.

¿Qué me dicen de Ramoncín, el Rey del pollo frito? Este menda es otro que ha vivido en carne propia "el futuro" que apuntaba Eva Santolaria. De joven díscolo acabó sentado cuando ya ni cantaba ni piaba en el mismo trono que Apeles, en 'Moros y cristianos' y en 'Crónicas marcianas'. Y en Intereconomía, la de extrema derecha. Ahora, resucitado, se sienta con Cristina Pardo en su programa de La Sexta, eso sí, conserva su pendiente de malote y redicho. Hablar de lo que les espera a concursantes de 'La voz', 'OT', 'Got talent', 'Masterchef' o 'Maestros de la costura' es para echarse a llorar. O a reír.