Asturias ha vuelto a ser la protagonista del programa del cocinero Alberto Chicote 'Pesadilla en la cocina'. El chef ha viajado a la localidad de Luarca para tratar de poner orden y ayudar a los propietarios y empleados del restaurante 'Brasas'.

Este establecimiento está regentado por Quique y su esposa Loli, que quieren delegar sus actividades en su hija Raquel, con la cual parece que hay una relación tensa a la hora de pedirle que cumpla con sus responsabilidades en el restaurante.

Chicote tuvo que lidiar con un menú cuyo sabor no le convenció. De la fabada dijo que tenía un sabor "que dejaba huella" porque era ácida; de la fideúa de cabrales que estaba "muy blanda" y que le parecía "estar comiendo gusanos" y de las albóndigas que no tienen "ni buen aspecto ni buen sabor.

No obstante, esas no fueron las únicas sorpresas que se llevó el chef televisivo. Cuando entró en la cocina, pudimos ser testigos de esas expresiones tan particulares que usa el cocinero cuando describe algo que no le gusta. "Si me pones de pastillas no alucino tanto" o "hay mierda ahí del año uno", fueron algunas de las perlas que Chicote brindó a Quique y su familia para describir su cocina. "Este sitio se podría llamar Grasas", sentenció el chef.

Después de gritos y platos rotos, el programa llevó a cabo la reforma del establecimiento. Renombraron el restaurante por 'La Mariña', que estrenó una nueva carta, cambiaron el comedor añadiendo mesas altas con formas de troncos de madera y renovaron la cocina. Tanto Raquel como sus padres no pudieron contener las lágrimas ante la completa transformación que había sufrido su local. No obstante, en el primer servicio tras el cambio del 'look' del restaurante hubo un poco de tensión a la hora de servir los platos. Aún así, Chicote felicitó a los trabajadores del restaurante.