Ese momento esclarecedor, tan amargo en su liberación, o tan liberador en su amargura: por lo que queda atrás, tan duro y estéril. Un lago, qué bonita tarde, gente común y sonriente.

Y la protagonista, que ha huido de las invisibles prisiones de la religión que anula y ahoga, camina indecisa por la orilla, se mete en el agua, y finalmente se quita la peluca que oculta su cabeza rapada. Su cabeza atrapada hasta hace poco.

Es la primera de las emociones fuertes que aguardan en su odisea íntima hacia la luz y la independencia. El agua y la música se tocan: cuando escucha escondida a un grupo de alumnos interpretar una partitura de belleza inusitada, sus ojos también empiezan a quedarse sin velos, sin miedos, sin órdenes encorsetadas. Ese baño es más purificador que el rito inclemente previo a la boda, candidez rota en algo parecido a un ultraje inmisericorde.

Acumula información importante en su deambular por Berlín, nada que ver con la recibida por una especie de asesora sexual que la invita a buscar el agujero, el mismo que su torpe marido parece incapaz de encontrar. De ahí el dolor.

Unorthodox Unorthodoxlevanta un espejo y luego lo rompe. Cuando una nueva compañera le espeta que no tiene talento para la música, el sufrimiento parece inevitable. Y la verdad duele, pero más duele la resignación. Tal vez no tenga talento para el piano, faltan herramientas para desarrollarlo, pero le sobra sinceridad, coraje y pasión. Con la misma tenacidad con la que se prueba unos jeans, se atreve contra todo riesgo a dejar que su voz, tanto tiempo silenciada, desgarre el silencio en una audición que deja a todo el mundo boquiabierto.

¿Servirá para ganarse una oportunidad? No importa, en realidad. En su huida quizá no haya encontrado aún las respuestas importantes pero está al acecho de las preguntas necesarias. No sé quién soy, confiesa en un lamento casi sarcástico. Y mientras su marido la sigue, y está dispuesto a cortarse las coletas de la tradición al tiempo que su compañero de persecución se entrega a la codicia más hiriente, ella sabe lo que no quiere. Lo sabe perfectamente.

Ha probado el placer con sentimiento, ha saboreado los sentimientos con placer. Y en ese cruce de destinos con madres que irrumpen desde el desconcierto y nuevas amistades perplejas ante el ser herido que han conocido, la serie se erige como una propuesta honesta, veraz, conmovedora sin excesos y alérgica a los maniqueísmos, dispuesta en cualquier momento a forjar momentos de belleza poco habitual y, en cierto modo, provocativa.