Gijón, Ángel FERNÁNDEZ ORTEGA

El municipio de Ibias, ubicado en el extremo sur-occidental de la región asturiana, constituye un espacio singular, siendo el gran desconocido para la gran mayoría de las gentes. Entre muchos de los alicientes figura su corteza vegetal, donde predomina el tojo y la retama, pero también formaciones boscosas muy interesantes, condicionadas en buena medida por un clima de características mediterráneas. Las grandes manchas forestales se localizan en el monte Valdebois, que a su vez se integra en la reserva integral de Muniellos. El parque natural de las Fuentes del Narcea es otro enclave natural de Ibias donde destacan los bosques de ribera, el robledal, los acebales, texos y toda una completa gama de ejemplares autóctonos.

A los montañeros y senderistas nos interesa, amén de rica historia, su gastronomía y la cultura tradicional, la orografía alpina. Y la tiene, ya que por el mediodía, este territorio estáconfinado por la cordillera Cantábrica, donde el pico Turrenteira, de 1.961 metros de altitud, constituye el techo del municipio. El resto del territorio se caracteriza por una geografía de cordales encadenados por montañas de aplanadas cimas pero que recluyen en sus entrañas una red fluvial que origina desfiladeros de gran belleza. En esta tierra se encuentra la ruta del desfiladero de Bustelín.

El lugar de inicio se sitúa en San Antolín de Ibias, capital municipal, adonde se accede por cualquiera de sus carreteras regionales de acceso: AS-29 (San Antolín-La Regla por el Pozo de las Mujeres Muertas), distante 145 kilómetros de Oviedo, y AS-211 (Ventanueva-San Antolín por el puerto del Connio). La primera mencionada acorta distancias y estámejor acondicionada, tras las nuevas obras. Desde San Antolín hemos de prolongar el recorrido en el vehículo, subiendo hasta Chao de Arquera, por la carretera de acceso a Linares y Busto. Estamos situados en plena sierra de Bustio, atalaya desde la cual hay hermosas panorámicas hacia los valles colindantes.

Allí tomaremos la dirección y de manera optativa hacia el remoto pueblo de Bustio(650 metros) el cual nos sorprende por estratégica ubicación y el amplio catálogo de valores etnográficos que posee.

En Busto hemos de guiarnos por las marcas del sendero P. R. AS-27 que marcha en sentido occidental por medio de un buen camino que faldea la cabecera del barranco del río Bustelín. Por ahínos acercamos al pueblo de Peneda, habitado por sólo dos personas y en un lugar apartado de la civilización. Sobresalen en este lugar un «teito» y una ermita dedicada a la Virgen de Santa Eufemia de estilo gótico popular del siglo XIV.

Cuando llevamos caminando unos 3 kilómetros, retomamos la pista de tierra que rotura la ladera septentrional de la sierra de Busto, descendiendo ostensiblemente con grandes revueltas por el denominado «Texo de Cuba» hasta toparnos al pie de pista con la solitaria ermita de San Antonio de Padua sobre una hornacina barroca del (siglo XVII). Más adelante nos aproximamos a la aldea de Penedela (600 metros), lugar deshabitado y emplazado en la ladera del monte y por encima del gran tajo del río Bustelín. Es un pueblo fantasma de ambiente bucólico e impregnado de armonía natural con sus casas en ruinas y otros valores que atrapan al caminante. Desde allí se puede contemplar toda la amplitud del valle que se extiende a sus pies, sobresaliendo la vista hacia el castro de Castelo, emplazado en la confluencia de los ríos. Existe en este lugar un yacimiento arqueológico que identifica por sus restos que fue habitado en la prehistoria para la explotación de las minas de hierro cercanas al lugar.

Tras una breve remontada se presenta ante nosotros un paisaje caótico de esta montaña que fue excavada en época romana. Se contemplan bocaminas entre la que destaca «La Cueva da Osa» con una leyenda que cuenta que un oso mató al rey de los moros que habitaban la zona. Después el camino prosigue empedrado hacia el cauce del río Bustelín y proseguimos por el que avanza paralelo al mismo cauce y a la sombra de una tupida floresta. El río y el camino se comprimen ante el estrangulamiento de la montaña durante un largo trecho. A cuyo término, y tras una señal senderista que marca un itinerario alternativo, cruzamos por el puente de madera de Bustelín a su margen opuesta. Un ligero repecho nos sitúa en el insólito pueblo abandonado de Bustelín (400 metros), donde se cumplen 11 kilómetros de marcha. Dejamos atrás el barranco del Bustelín y ya en pleno descenso abordamos un buen camino que agota los últimos kilómetros del valle hasta acercarnos al pueblo de Riodeporcos (310 metros). Éste es un núcleo rural habitado, cuyas caleyas están todas ellas cubiertas de parras. Por su entorno se cultivan viñedos y alcornoques que aquíse denominan «sufreiras». La agricultura es otro de sus grandes alicientes, así como la arquitectura popular de sus casas con cubiertas de pizarra, amén de edificaciones singulares como el palomar de Méndez y la capilla de San Roque.

Cruzamos toda esta población y nos aproximamos al río Navia, que atravesamos por el puente colgante hasta los límites con la provincia de Lugo. Con el vehículo de apoyo ya previsto con anterioridad, retornamos a San Antolín por la carretera AS -210.

Aquí concluye este itinerario, recomendable para cualquiera que busque la oportunidad de perderse en este paisaje natural descubriendo la variedad cultural y paisajística, teniendo en cuenta que el verdadero tesoro estáen sus gentes, tan afables con el visitante.